martes, 19 de febrero de 2019

Antiguas prácticas que extraño...

Muchas cosas ya no se usan y se extrañan. 
No diré que tiempos pasados fueron mejores; porque de sobra sé que el "Presente" es el tiempo perfecto, porque "siempre" estamos viviendo en él, en el "Presente".
El "Pasado" ya tuvo su oportunidad de ser y el "Futuro" una esperanza será; pero lo de hoy y lo del día a día, será el "Presente". 
Vale recordar entonces aquello de: 
"El Ayer es Historia, El Mañana es un Misterio, pero el Hoy es un Obsequio, por eso se llama Presente." 
Pero, repito, hay muchas cosas que ya no se usan; y una que extraño particularmente, es el "Chiflido", el "Silbido", ese "Chiflarle" a la novia para avisarle que la estábamos esperando.
Era ésa una forma de comunicación efectiva, simple e identificable que los modernos medios o modos o formas de comunicación de hoy en día no pueden siquiera acercarse, más ahora que los artilugios electrónicos comunican a los que están lejos e incomunican a los que están cerca.
Vale imaginar la escena que nos tocó vivir, o ser parte de ella como protagonista: 
Es aquella una esquina de cualquier calle, en algún barrio de la ciudad; allí hay un poste, y en ese poste está apoyado un joven. 
Se recarga con estudiada actitud, entre elegante y displicente. Cruza la pierna izquierda sobre la derecha, poniendo el pie de punta sobre el suelo, con los pulgares en los bolsillos del pantalón.
La pregunta para éstos tiempos modernos sería: ¿Qué hace allí ese joven? y la respuesta rápida sería: es quizá un vago sin trabajo, un delincuente, es un gígolo, es tal vez un "dealer" esperando entregar la mercancía a sus furtivos clientes. 
Pero en mis tiempos no había ninguna duda sobre la identidad de ese muchacho: aquél joven recargado en el poste estaba simplemente esperando a su novia.
Ya son las 8 y cuarto y ella no aparece.
La cita era a las 8 en punto porque la chica tiene que estar de regreso en casa a las 10, no más tarde, no más temprano, a las 10 de la noche.
Pero no hay ningún motivo de preocupación: la chica saldrá en punto de las 8 y media, como de costumbre. 
Al joven éso no le molesta, es una regla que todos conocemos y aceptamos, aunque no esté escrita en ningún lado: Las Mujeres y la Felicidad siempre hacen esperar.
La muchacha ya sabe con certeza que su novio está allí esperándola. 
¿Cómo lo sabe, si no se ha movido de su tocador, y el "Whatsapp" aún no se inventa?
Pues lo sabe porque el chico le ha "Chiflado", "Silbado" o como se diga. 
Apenas sonó la ligera campanada del reloj de la sala, anunciando las 8 de la noche, llegó hasta ella aquel "Chiflido" conocido. 
Ella y sólo ella lo conoce, igual que la paloma conoce el "zureo" de su palomo y no lo confunde con ningún otro, así haya en el barrio o colonia una convención internacional de palomas y palomos.
Chifló el chico a las 8 para avisarle que ya estaba allí; y entonces ella empezó a arreglarse. El muchacho chifló de nuevo a las 8 y cuarto, no para apresurarla, sino para comunicarle su amorosa impaciencia, un muy bello piropo a la distancia. 
No habrá una "tercera, tercera llamada" como en el teatro, o como en la conocida llamada a misa; con la puntualidad de un tren inglés, la chica aparecerá en la puerta de su casa a las 8 y media y caminará hacia la esquina con ese paso menudito que a él lo vuelve loco, le provoca tensiones deliciosas en el corazón y le hace sentir mariposas en el... estómago...
De las cosas que ya no se usan, ésta es una de las que más extraño... El "Chiflido"...

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