Un día como hoy, hace once años, falleció Vero mi esposa. Me permito un breve pensamiento sobre éste sentido Onceavo Aniversario Luctuoso y ojalá no séa molesto o incómodo para alguien que lo léa.
Ése día mi vida y la de mi familia cambió completamente, dejando con su injusta ausencia mil preguntas que hasta la fecha no tienen respuesta, por más que yo haya reflexionado sobre el suceso y continuamente esté a la busqueda y continuamente esté, también, deseando el descubrimiento de esas las mil ansiadas respuestas. Después de luchar contra el cancer durante seis años, finalmente partió hacia lo desconocido.
Quienes tuvimos la enorme fortuna de conocer a Vero, sabemos que, a su manera, vivió una vida plena llena de alegrías y que, también a su manera, cumplió con la vida, principalmente porque nunca se dejó vencer por una terrible enfermedad que hasta la fecha, desgraciadamente, sigue sin que podamos lograr su completa curación.
La humanidad no será tal hasta que no permita que vidas tan necesarias, tan queridas, tan breves de edad, séan arrebatadas por una enfermedad que puede ser curada pero que a menudo se pierde la batalla por la falta de los recursos científicos y económicos que no están disponibles para toda la población.
Falleció cuando apenas tenía 33 años; una vida muy breve.
Compartimos doce años de matrimonio y procreamos dos hijos y dos hijas que, afortunadamente, se parecen a ella, dando luz con ese parecido a un acto mágico que no es el reflejo de una división genética, sino de una multiplicación por cuatro de la belleza que una madre, mujer hermosa, hereda a sus hijas y a sus hijos.
Nunca habrá suficientes adjetivos cuando se trata de ponderar a alguien tan cercana, tan amada y tan querida como a la amiga, a la novia, a la esposa y, siguiendo en ese orden cronológico de lo que fue nuestra relación, a la madre de mis hijos.
Vero, un día como hoy, hace ya once años, tu familia, mi familia, tus hijos, tus amigos, mis amigos, te llevamos a tu última morada para decirte adiós hasta la eternidad, pero siempre vivirás en nuestros corazones porque tu memoria y tu descendencia es y será siempre eterna. Paz a tus restos mortales y que la tierra, a donde deberemos ir todos tarde o temprano, te séa leve. Descansa en Paz.
Vero, Te recuerdo con Amor.
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