Me encontré éstas anécdotas que he ido escribiendo durante su vida y, hoy en su Cumpleaños, las publico.
Ojalá las disfruten leyendolas como yo las disfruté en su momento, viviéndolas...
En una Junta de Padres del Kinder de Sebastián, la Educadora nos estaba mostrando como enseñaba a los alumnitos los "Conjuntos" por medio de tarjetas con dibujos:
"-Por ejemplo, si junto las tarjetas de una Papa, de una Zanahoria, de un Elote, y de un Repollo o Col, ustedes: ¿Cómo llamarían a ese "Conjunto"...?"
La mayoría llamó al "Conjunto", "Verduras", y nos dice la Educadora:
"-Pues Sebastián llamó a ese "Conjunto", "¡Caldito de Pollo de mi Abue...!" -Y luego nos dice, visíblemente emocionada-...
"-¡Pues yo quiero conocer a esa "Abue" de Sebastián y a su famoso y de seguro muy sabroso "Caldito de Pollo de la Abue...!"
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Sebastián cuando estaba aprendiendo a leer, todos los carteles y anuncios en la calle los leía en voz alta, en voz muy alta. Así como el letrero que estaba a dos cuadras de su escuela Primaria Bocanegra.
Decía: "Escuela a 100 metros. Avance Despacio". Sebastián lo lee y me grita:
"-¡No pos así vamos a llegar bien tarde Apá...! ¡No hagas caso, ve más rápido...!"
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Su Abue les estaba contando la Historia de Navidad a las niñas y a Sebastián; de cómo los Reyes Magos le llevaron regalos al bebé Jesús. Le llevaron al recién nacido, a saber como dice la tradición: Oro, Incienso y Mirra. Sebastián dijo al final, meneando la cabeza:
"-Un verdadero Mago le hubiera llevado pañales, o dinero en efectivo para que sus papás se los compraran en Soriana, como a mí, o como a mis hermanitas cuando estaban chiquitas..."
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En una Misa, el sacerdote nos rogó que ese Domingo en especial, diéramos un poco más de colecta, porque todo lo recaudado sería para un Asilo de Ancianitos que estaba con problemas económicos muy fuertes.
Esa vez le dí a Sebastián un billete en lugar de las monedas de costumbre, y le expliqué la razón en especial de esa colecta dominical.
Cuando la señora (que era una vecina nuestra) se acercó con el cepo de la colecta, Sebastián le dijo muy serio:
"-¿Por qué no vinieron los viejitos en persona por la cooperación...? Yo no confío mucho en tí..."
La señora no se pudo aguantar la risa, ni los parroquiamos que alrededor lo escucharon.
Yo rojo como un tomate...
Lo bueno fue que la vecina se lo tomó con mucho sentido del humor...
Y las niñas nomás le pelaban unos ojotes... qué pena...
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Un día yo me intoxiqué con algún alimento en mal estado, y tuve una diarrea terrible de horrible.
No fui a trabajar y no llevé a Sebastián al Kinder. Le llamé a mi jefe para decirle que mi hijo estaba enfermo y por eso no había ido yo a trabajar.
Al día siguiente al dejar a Sebastián en el Kinder, me encontré a mi jefe que dejaba a su niña en el mismo Jardín de Niños.
Mi jefe, preocupado, le preguntó a Sebastián que si estaba bien, que si cómo se sentía.
Y Sebastián le respondió muy serio:
"-Yo estoy bien señor, pero mi Apá se quedó acostado todo el día de ayer sin hacer nada de nada, y ni me trajo al Kinder, y solo iba al baño a cada rato..."
Pues así las cosas, tuve que darle mil explicaciones a mi jefe ahora sobre mi intoxicación...
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Para un Cumpleaños de las niñas, ellas sugirieron hacer un festejo con el tema de "La Cenicienta".
Sebastián chiquito, les dice, visiblemente emocionado:
"-¡Qué bien...! ¡Así nosotros nos vamos a festejar y las "Cenicientas" se quedarán limpiando y barriendo y trapeando la casa como en la película de "La Cenicienta...!"
Obvio eso no sucedió...
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En una Junta de Padres de primero de Primaria en la Bocanegra, la Maestra me comentó que Sebastián mostraba que era bueno para las Matemáticas Simples que les enseñaba en ese grado.
"-Me explico señor..." -Me aclaró la Maestra-. "-Le pregunté que si sabía contar del 1 al 10 y me dijo muy convencido que "-¡Sí...!". Y luego le pregunté que si sabía contar hasta el 20 e igual me dijo "-¡Sí...!" convencido... y le pregunto entonces: "-¿Hasta cuál número más puedes contar...?" Y me responde: "-¿Hasta cuál número usté se cansará de escucharme contar...?"
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Sebastián de chiquito gustaba de oler las páginas fragantes de los muestrarios y de los catálogos de perfumes y cremas y luego se los frotaba en cara, manos y cuerpo.
La primera vez que fuimos al Centro Comercial y entramos a Sears, vino Sebastián corriendo y que me grita muy emocionado:
"-Apá Apá...! ¡Ven mira aquí...! ¡Mira...! ¡Aquí venden botellitas llenas de esas cosas que huelen rico, que hay en las revistas de la casa...!"
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Pasé un día a recoger a Sebastián del Kinder y, platicando con su Educadora, me comenta, bajando mucho la voz:
"-Si recibe alguna nota de la psicóloga de la escuela, no le haga mucho caso, esa psicóloga (como la mayoría de ellas), no está bien de la cabeza..."
Ante mi cara de asombro, la Educadora me explica:
"-Les hizo a los niños una dizque dinámica de que dibujaran en una hoja lo que más les gustara, y luego viene y me dice que Sebastián: "-Sólo pintó usando unicamente el color negro..."
Le pedí ver el tal dibujo y le digo: "-¡Pues claro doctora...! Sebastián dibujó que le gustaba el Ajedrez, ¡El Ajedez doctora...! ¿Pues de qué color cree usted que debería de haberlo dibujado...? Ya hablé con la Directora sobre esa "doctora psicóloga"..."
Bien por la Maestra, aunque detecté cierta enemistad de la Educadora con la Psicóloga...
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Un día pasé al Kinder por Sebastián, cuando salió, ví que tenía los ojos algo rojos y supe que había llorado.
Le pregunté que qué le había pasado y me platicó que el conserje le había pegado, y que él le había dicho que yo llegando por él lo iba a golpear.
Entonces, detrás de Sebastián apareció el señor conserje, un hombre ya muy mayor que, guiñándome un ojo y fingiendo exageradamente me suplicó que no lo golpeara, porque todo había sido un penoso accidente...
Detrás vino la Educadora, risa y risa diciendo que todo había sido un accidente, que al conserje se le había caído la escoba que estaba apoyada en la pared, y que luego le pegó a Sebastián en la cabecita, que ya lo había revisado y no tenía ningún daño.
Ya finalmente, yo le guiñé un ojo al conserje y a la Maestra y les dije que cuidaran más a mi hijo y que no volviera a repetirse el incidente...
Sebastián se quedó satisfecho con el teatro aquel y nada pasó a mayores...
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Un día Sebastián regresó de una tienda del Centro Comercial, adonde había ido con su Tía Korina y con las niñas, y me dijo emocionado que había olido un perfume que le gustó mucho para regalárselo a su Abue en su cercano cumpleaños; que hasta le había pedido a la vendedora una pluma para escribir el nombre del perfume en la palma de su manita; y me enseñó lo que se escribió, el perfume que huele muy rico se llamaba...
"Probador"...
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Estaba Sebastián aprendiendo a leer y siempre leía en voz alta todos los letreros que le llamaban la atención.
Un día, en el Centro de la Ciudad, vió un letrero muy llamativo y lo leyó en voz muy alta:
"Éste 20 de Julio los invitamos a la Escenificación del Asesinato de Pancho Villa".
Y hasta había por allí muy campante un hombre vestido de Pancho Villa.
Entonces me dice Sebastián, señalando con su dedito a Pancho Villa:
"-Oyes Apá: ¿Por qué si hasta anuncian cuándo van a asesinar a Pancho Villa, la gente no le dice que huya a tiempo o que se lo lleven lejos a enconderse...?"
Ya le expliqué lo que significaba "Escenificación..."
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Cuando nació Sebastián, ya habíamos decidido su nombre desde antes y estábamos seguros de ponerle así, sólo Sebastián.
Ése Sábado 21 de Marzo, nacieron varios niños y niñas en La Clínica del Centro.
Cuando llegué al cunero de cristal donde ponen a los bebés para que los vean los familiares, varias enfermeras los estaban acomodando y ya habíamos llegado una buena cantidad de personas al otro lado del vidrio.
Vi el letrerito con el nombre de mi esposa Verónica Hernández de López y a la jefa de enfermeras (supongo que era la jefa de enfermeras porque daba ordenes a diestra y siniestra y pegaba de gritos por todo el cunero).
Le señalé con mi dedo índice al bebé que acababa de poner en la cunita de cristal y entonces gritó:
"-¡Compañeras, compañeras...! Aquí tenemos al precioso bebé 'Santiago', aquí tenemos a 'Santi' López Hernández'...! El sano hijito de la señora Verónica Hernández de López...!"
Yo sorprendido le pregunté que porqué 'Santiago' - que por qué 'Santi'... Y me dice (me grita) del otro lado del vidrio:
"-¡Señor, señor...! ¡Ahora todos los bebés que nacen se llaman o 'Santi', o 'Iker', o 'Brayan', o 'Christian', o...!"
Yo la interrumpí, irritado por el griterío y le dije, también gritando (aquello ya era una pachanga):
"-Nuestro bebé no, no, no... Él se llama 'Sebastián', 'Sebastián', 'Sebastián' nadamás...!"
La jefa se me quedó viendo un momento, y de pronto lo tomó en brazos, lo levantó al aire como Rafiki a Simba y gritó:
"-¡Compañeras, compañeras...! ¡Aquí tenemos al precioso bebé 'Sebastián', 'Sebastián'...!
¡Hace mucho mucho que no teníamos aquí a un bebé 'Sebastián' con nosotras...!"
¡Aplausos!, ¡Muchas Risas!, ¡Y los Vivas y los Bravos de la concurrencia...!
Todos felices, le debo reconocer la algarabía a esa jefa de enfermeras que nos tocó esa vez...
Y yo creo que ese día, varios padres decidieron ponerle a su bebé o a su nena otro nombre, diferente al que ya habían elegido...
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En un pasillo del supermercado veo que Sebastián está platicando con un niño de su misma edad y están risa y risa; luego al niño le llama su papá, se despide y se van.
Le pregunto a Sebastián si ese niño con cara de vago está en el mismo salón que él.
"-Si Apá, estamos en el mismo tercero... se llama Elengendro..."
"-Será Alejandro, ¿Que no mijo...?"
"-Cómo se vé que no lo conoces Apá..."
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Los primeros días de Sebastián en la Secundaria, nos íbamos juntos en el transporte urbano ruta "Granjas - Fresno" temprano en la mañana.
Un día íbamos parados y, sentada frente a Sebastián, estaba una jovencita tomándose una Coca de 600 ml.
Ya para bajarnos, Sebastián buscó en su mochila y le dió a la muchachita un plátano y le dijo:
"-Ten, para que desayunes algo bueno, deja ese refresco..."
La jovencita tomó el plátano y roja como un tomate, sólo dijo: "-Gracias..."
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Un día, andábamos en el Supermercado y Sebastián estaba molestando mucho a las niñas; hasta que me cansé y le grité:
"-¡Sebastián, Sebastián Ya basta Sebastián...!"
Sebastián voltéa a verme muy serio y me dice:
"-¡Apá...!, ¡Estás bien...? Tal vez es la hora de tu medicamento... ¡Soy tu hijito Arturito...!"
Varias personas se voltearon a verme con cara de preocupación... y las niñas risa y risa...
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Un Viernes antes de salir de Vacaciones de Semana Santa, fui por Sebastián al Kinder.
La Educadora me lo entregó y nos dijo que "-¡Felices dos Semanas de Vacaciones...!"
Sebastián se quedó parado en la puerta, mirando para adentro del Kinder...
Lo llamé diciéndole que ya tenemos que irnos porque yo me tengo que regresar al trabajo.
"-¡Voy Apá...!" Pero se quedó viendo hacia adentro del Kinder...
De nueva cuenta lo apuro y muy serio me dice:
"-Espérame tantito Apá, ya voy... Estoy mirando bien a (nombre de una niña que no recuerdo), porque no la voy a ver hasta que regresemos de Vacaciones..."
Me dejó callado... Así no hay ningún apuro válido...
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