Cubierta del artista californiano Bruce Wolfe, ilustrador, escultor y pintor nacido en 1941. |
Portada del álbum de Kansas "Monolith" aquí arriba...
Siempre me ha gustado el arte en las cubiertas de los discos de vinyl de los álbumes de los grupos de rock, cosa que no se aprecia bien en los álbumes en CD por el obvio tamaño disminuido de las cajitas de los discos compactos.
Hay algunas portadas realmente muy buenas, pues éstas formaban parte muy importante del diseño de la producción total del álbum, a menudo usando a verdaderos artistas gráficos famosos en la creación de la presentación de la portada.
Hubo exitosas empresas de diseño gráfico de portadas como "Hipgnosis" a cargo del artista inglés Storm Thorgerson (ver muestra abajito) o las portadas del artista Roger Dean para portadas de los grupos Yes, Asia, Uriah Heep, Gentle Giant (ver muestra).
Hipgnosis, algunos de los álbumes que tengo. |
Roger Dean, algunos de los álbumes que tengo; artista inglés por cierto feamente plagiado por el director de cine James Cameron en su película "Avatar" del 2009. |
Ahora, un buen ejemplo es la portada del álbum "Monolith" del grupo de Rock Kansas. Ilustra a unos Guerreros indígenas norteamericanos con escafandra, escuchando a un Narrador de Historias, que el artista Bruce Wolfe pintó al óleo sobre pedido para ésta formidable producción musical.
Arriba está la portada doble del frente y del interior del álbum donde se vé a los guerreros reunidos escuchando al Narrador de Historias y, como escenario, un mundo moderno en ruinas, Post Apocalíptico.
Musicalmente el álbum está buenísimo, con 8 canciones que muestran el mejor momento artístico del grupo, en los tiempos aquellos a finales de los setentas cuando publicaron la trilogía: Leftoverture 1976, Point of Know Return 1977 y Monolith 1979, y también el álbum doble en vivo "Two for the Show" en 1978.
https://youtu.be/FtXwopQ0GYo
Entonces, emulando al Narrador de Historia Comanche descrito, voy a dejar aquí una trilogía de relatos que quizá si haya contado algún personaje desconocido a los integrantes de su grupo social, una tarde o noche en torno a una hoguera...
El Origen de las Fresas:
Ésta es una leyenda comanche contada en una Ghost Dance o Danza Fantasma:
...Cuando el mundo era nuevo, había un Hombre y una Mujer Comanches. Éllos a su modo eran felices durante mucho tiempo; pero entonces un día, éllos se pelearon. Finalmente, la Mujer dejó al Hombre y comenzó a alejarse hacia la tierra donde se ponía el Sol. Así que el Hombre la siguió a cierta distancia.
El Hombre sintió una gran pena y se lo dijo a ella; pero la Mujer siguió caminando sin mirar hacia atrás.
Entonces el Señor Sol, el Gran Repartidor (como lo conocían los Comanches) sintió pena por el Hombre.
Él le preguntó al Hombre: "-¿Estás todavía enojado con tu esposa?". El Hombre simplemente dijo: "-¡No!". El Señor Sol le preguntó: "-¿Te gustaría que volviera contigo?". "¡Sí!" dijo el Hombre.
Entonces el Señor Sol hizo un gran ramo de Arándalos que colocó frente al rostro de la Mujer. Ella los pasó sin prestarles atención.
Entonces el Señor Sol hizo un grupo de arbustos de Moras y los puso frente al rostro de la Mujer. La Mujer siguió caminando.
Entonces el Señor Sol creó hermosos arbustos de Frutas del Desierto y Bayas Silvestres y los puso a los lados del sendero. La Mujer siguió caminando sin prestar atención a aquello. Luego el Señor Sol hizo un grupo con hermosas Fresas Maduras. Fueron las primeras Fresas recién creadas por el Señor Sol en aquella tarde de Primavera del principio de los tiempos, para complacer a la Mujer.
Cuando la Mujer las vió, se detuvo para reunir algunas y verlas, olerlas, palparlas y saborearlas. Volvió la cara hacia el Este, por donde sale el Sol cada día, por donde estaba su Hombre. Entonces quiso regresar al camino para alejarse hacia el Poniente pero ya no pudo, recordó el regalo de las Fresas y sintió el deseo de compartir esa maravilla del Señor Sol con su Hombre.
Regresó entonces su camino hacia el sendero del Sol Naciente y se reencontró con su Hombre, y así caminaron juntos de nuevo...
Noche de Tormenta:
Leyenda de los Comanches que vivían cerca del enorme Lago- Mar, en la frontera del bosque eterno y las frías planicies que avisaban con su manto siempre blanco de nieve, que allí se acababa la vida del Hombre y empezaba el reino de los grandes hielos.
...La Mujer del pescador encendió los dos fuegos en su casa, uno en cada ventana de su hogar construido con troncos y pieles de grandes animales; esperaba que con esas luces su Hombre se guiara en su travesía nocturna.
Entonces vino la tempestad, y el fuerte viento apagó las tenues luces.
Todas las luces del puerto se apagaron con el furor de la tormenta que llegó de pronto y sin aviso previo.
La Mujer del pescador se la pasó caminando y mirando por las dos ventanas con el corazón lleno de angustia, con sus ojos agrandado por el amor, tratando de ver en la sombría inmensidad de las oscuras aguas del gran Lago- Mar.
Muchos Hombres pescadores perecieron aquella oscura noche.
Muchas de las viviendas y los tipis de los pescadores quedaron destruidas por los tormentosos vientos que barrió el pueblo cerca de las aguas.
Sin una luz que les mostrara la segura orilla del puerto, muchos de ellos estrellaron sus barcas en las peligrosas rocas.
El Hombre de aquella angustiada Mujer, en cambio, llegó con bien al caserío del puerto.
"-¿Cómo pudiste hallar el rumbo del puerto, en medio de la oscuridad de la tormenta?" -le preguntaba ella, abrazándolo con la emoción de la felicidad.
"-Los fuegos que encendí en las ventanas se apagaron con el huracán..." -le dijo.
"-¿Se apagaron?" -le dijo asombrado su Hombre, mirando los grandes ojos de la Mujer. "-En medio de la oscuridad pude ver siempre tus dos luces encendidas, que me guiaron a mi destino, que me trajeron de regreso a tu lado..."
Ojalá el Difícil Mundo fuera así de Simple:
Leyenda Comanche que el Narrador de Historias de la tribu contaba, para enseñar a los pequeños que su Gran Señor Sol, el Gran Repartidor, es bondadoso y cuida de los hijos de los Hombres:
...El Niño Comanche perdió su rehilete que había hecho de hojas de Otoño y plumas de las aves nocturnas del bosque.
Se afligió mucho, pues en esos días, era su único juguete distractor que lo entretenía en las tardes, luego de ayudar en su casa en sus duras tareas, y antes de tener que guarecerse de las frías noches que ya se hacían más largas, y más cortos los días, anunciando la llegada del frío invierno.
Lo buscó en el tipi de pieles de grandes animales, que servía de vivienda para su familia, sin hallarlo.
Fue a buscarlo a los tipis cercanos al suyo y no dió con él.
Recorrió las inmediaciones de la pradera, donde se convertía en espeso bosque, pero su búsqueda fue inútil.
Lleno de lágrimas fue con su padre, un gran Hombre guerrero de la tribu, y le contó lo que le sucedía, no encontraba su rehilete de Otoño...
El Padre lo reprendió, severo y serio le dijo: "-Debes llorar solamente por cosas importantes."
Avergonzado, el pequeño se enjugó el llanto y silencioso, continuó su búsqueda...
Ése mismo día, en una tribu remota de una belicosa gente, un Gran Jefe Sioux perdió su trono.
Llorando, cayó de rodillas y alzando sus adornados brazos guerreros, le pidió al Gran Señor Sol, el Gran Repartidor, que le ayudara a recobrar su trono y su mandato.
Le dijo el Gran Señor Sol, el Gran Repartidor:
"-¡Ahora no puedo ayudarte! Tengo un asunto más importante que atender. Debo ayudar a un niño a encontrar su rehilete perdido..."
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