ó, La Seño de la Tienda, Volumen Tres:
La reunión de “La Cofradía Rockera”
transcurre ahora curiosamente como en cámara lenta, como en medio de una espesa
niebla invisible; parece como si estuviéramos inmersos, por citar un ejemplo de actualidad, en el
pesado ambiente contaminado de la Capital de la República a media contingencia
ambiental, CDMX se llama ahora el antiguo DF y sus elevados IMECAS que la
acompañan.
En esa mezcla tanto inmaterial como intangible, pero que se podría
cortar facilmente con un cuchillo, y con algunos toques y piquetitos de los olores del
humo de la carne asada y de la cerveza, flotan casi sin movimientos pero a buen
volumen las notas de la canción “Mistreated”
del setentero Deep Purple, con la aguardentosa voz de David Coverdale
destilando pesadumbre y malhumor (disponible, por cierto, en su Spotify, digo, no es comercial ni llevo
comisión alguna por la mención, pero es para que la busquen y la escuchen los
que no conocen esta sentida canción):
♪♫ I’ve been Mistreated, I’ve been
abused ♫♪ Since my babe left me, I’ve
been losing my mind ♪♫
Y así sigue el infeliz trovador aportando poco para subir el alicaído ánimo
del respetable, acompañado desde luego por ese fabuloso solo de la gimiente guitarra
del Gran Ritchie Blackmore.
Me comenta “la güera” Bere, en
medio de esa incertidumbre, mirando visiblemente preocupada para todos lados,
con el seño fruncido:
–Algo pasa con la gente Artu, algo pasa con la gente por estos días antes alegrados por la llegada de la primavera, se les nota (y se nos nota, lo
confieso) lo hastiados, lo malhumorados, lo estresados, lo desganados; el
hartazgo social pues.
Ya el mismo Henry Monster, presi
de todos ustedes (como le dice Brozo a
don EPN) lo comentó hace unos días: (“la
güera” Bere lee una nota de periódico, en su enorme celular
rosa mexicano, subrayado de amarillo, y estirando al máximo su brazo y entornando sus ojos gris acero,
signo inequívoco de su miopía y de su terca negativa a usar los lentes):
“Sé que a veces se puede decir,
leyendo algunas notas, columnas y comentarios que recojo de aquí y de allá, que
no hay buen humor, el ánimo está caído, hay mal ambiente, un mal humor social.”
Dijo el presi don EPN un triste día de Abril, al inaugurar el Tianguis
Turístico México en Guadalajara la bella.
–Pues fácilmente yo te puedo contestar, Henry Monster, presi de todos ustedes, del porqué el pueblo
mexicano no está precisamente pegando de saltos y dando gritos de alegría: –continúa
implacable “la güera” Bere, ahora
enumerando con sus largos dedos, terminados en uñas pintadas de negro, cada una
de las palabras que enseguida escribo, espero no olvidar alguna, el agua no
está para chocolate, el horno no está para bollos:
“La Corrupción descarada de tu mal gobierno y de cada uno de tus
empleaduchos los burócratas de pacotilla.”
“La Impunidad manifiesta para los criminales disfrazados de la mentada “Clase Política.”
“El Gasto y Derroche de los dineros públicos, dineros que le son
arrebatados cada semana o quincena a los sufridos trabajadores asalariados, me
incluyo.”
“La Desfachatez con que dejas que los gobernadorcillos hagan lo que se
les pegue la gana en los estados, sin hacer el menor esfuerzo en poner algo de
orden, haciendo grupúsculos políticos endogámicos
con pura gentuza de tu misma calaña…
(Méndiga “güera” Bere, ahora
voy a tener que recurrir al tumba burros para saber que carajos significa la
tal palabra “endogámicos“)
Nota agregada de última hora, cortesía de mi Pequeño Diccionario Larousse,
amigo inseparable de mil aventuras literarias, antes del advenimiento del frío,
incorpóreo e insensible Google:
“Endogámico” es el rechazo a la
incorporación de miembros ajenos a un grupo. Con entender esa palabreja, ahora
entiendo el proceder de la “clase
política” que impunemente se reparte el pastel solo entre ellos.
Y continuó así “la güera” Bere
enumerando los lamentables yerros, abusos y omisiones del gobierno de EPN; yo
pos la dejé decir, que se liberara de esa manera del clima emocional que la
turbaba. Al final ya me dijo, más tranquila y liberada:
-Haber Artu, haber, ya mejor cuéntame más de tu vecina “La Seño de la
Tienda”, que nada bueno aporta al ánimo el perorar pestes sobre el mal gobierno;
anda, anda, cuéntame los últimos sucedidos de la buena Seño… y me regala una
enorme sonrisa, de esas que derriten glaciales más rápido que el mentado
calentamiento global.
Ya armados ambos con sendos platos de humeante carne asada en la
diestra, y una cerveza bien fría en la siniestra, le platiqué lo último que
escuché cuando voy a la tienda de La Seño…
La Seño de la tienda le estaba platicando a una clienta:
Fíjese Doña que el otro día estaba yo en una reunión, y escuché que uno
de los allí presentes era médico y pos quise aprovechar el viaje, la ocasión,
colgarme pues, ¿Ve? Y que le pregunto:
–Doc, disculpe la molestia, pero sabe de que siento un dolor así como
que en la parte baja de la espalda, ¿qué me recomienda?
–Perdone usté Seño, pero yo soy “Oculista”–
se evadió el tal Doc.
–Ah no, olvídelo Doc– Contesté, arqueando una ceja, –No es con usté, el
dolor lo tengo más arriba…
El Viejo de la Seño de la
tienda, con el crucigrama del periódico en una mano y una pluma en la otra, y derrochando
esa mañana un excelente humor, le preguntó enfrente de toda la clientela:
–Haber Vieja, tú que te las
das de muy “sabelodetodo”, te voy a
preguntar algo…
–No me tientes Viejo, luego no
aguantas…
–Nah!, haber dime: dime qué diferencia hay en las palabras Miedo y Pánico…
–Luego no aguantas Viejo…–
advierte la Seño, señalándolo con el índice.
–Nah!, dime, dimelo, anda… –insiste el Viejo con una sonrisota.
Contesta la Seño, con los brazos en la cintura, como una jarra.
–Mira Viejo: Miedo es la primera vez que no puedes la
segunda vez; Pánico es la segunda vez
que no puedes la primera vez…
Al Viejo de la Seño de la
tienda todavía no se le quita lo colorado de la cara, allá en el rincón adonde
se fue a llenar su dichoso crucigrama.
–Oiga Seño– pregunta una clienta, muy bajita la voz– Vi que estaba platicando
con la esposa del conserje de la escuela que está muy malo, ¿qué les dijo el
Doc?
–No pos quien sabe, no me dijo que tan malo está, quien sabe– contesta
la Seño, con la voz igual de bajita que la Doña– Solo me contó que el tal Doc
les aconsejó que ni empezaran a ver la nueva temporada de “La Rosa de Guada…”, quien sabe…
Jaimilito, el hijo de la Seño, corrió a abrazar a la madura señorona que
apareció en la puerta de la tienda, en cada mano traía una caja grande de
cartón, amarrada con ixtle, se miraban muy pesadas, pero la Doña las llevaba sin
ningún esfuerzo y sin emitir pujido alguno.
El otro hijo de la Seño, Pepito, está en un andador, con la cara
chorreada, pelando unos ojotes y pegado al biberón.
–Jaimi, ayúdale a tu “Agüe”
con el equipaje– le dijo…
–¡Agüe! ¡Agüe!, que güeno que vinistes! Para que me enseñes la
serpiente que traes– Grita con chillona voz Jaimilito.
Varios de la clientela pelamos los ojotes como Pepito, todos esperando
ver la tal serpiente.
–Achis! Pos cuál serpiente, Tú– Le preguntan en coro la Doña y la Seño
de la tienda, extrañadas.
–Pos ollí que mi ‘Apá le dijo en la mañana a mi ‘Amá, contestó Jaimilito, luego
engrosando la voz: –Mejor me voy un rato al billar de la cantina, no soporta a la víbora de
tu madre…
–¡Qué risa Tía, que risa!– tras el mostrador de la tienda, le platica la
Chita a la Seño de la tienda– Mis “Agüelitos”:
ella de la tercera edad y él de la cuarta, cumplieron “chechenta” y tantos años de casados, y en el pueblo entre medio en
serio y entre medio en broma les pagamos dos noches en el hotel de la sierra
donde trabajo. A nomás se instalaron y ya de noche que me hablan a la
recepción:
–Perdona m’ija, que me dice mi
“Agüe” – Mi esposa “Pasita” y yo estamos de segundas “Bodas de Miel” y sabemos que debemos
hacer algo importante pero no recordamos qué, ¿de casualidad tú no sabrás?...
–¡Qué risa Tía, que risa!–
–No entiendo a “Los Hermanos”,
neta Doña, No entiendo a “Los Hermanos”…
–Pos porque dice eso Seño, no entiendo ahora yo– contesta extrañada la
clienta…
Ayer iba en la troca al centro y en el semáforo me paré detrás de un
carro con una calcomanía que decía:
“Si Amas a Jesús, toca el Claxon”
Pos lo toqué, y dos veces, ya ve que soy muy religiosa…
–¿Y qué pasó Seño? – se interesó la clienta y todos los que estábamos
comprando algo en la tienda.
–¡Pos que iba a pasar! Nada, que asoma su cabezota un fulano en el carro
y que me grita encanijado:
–¡Espérese Seño, espérese! ¿Pos que no ve que el &%$#@ semáforo esta
en rojo?
No entiendo a “Los Hermanos”,
neta Doña, No entiendo a “Los Hermanos”…
Jaimilito, el hijo de la Seño de la tienda, curioso le pregunta a su
padre:
–Oyes ‘Apá, ¿Cómo es la Luna?
–M’ijo pos ¿pos porqué me preguntas eso M’ijo?
–Pos porque “ollí” que mi
“Amá” le dijo al de las sabritas: “Pos
claro que no se ha dado cuenta, siempre anda en la Luna”
La Seño de la tienda estaba al otro extremo del mostrador, disque
atendiendo a una clienta, con la cara pálida, pálida; tan pálida como la Luna.
Las señoras del grupo de la iglesia entran en bola a la tienda y le
dicen al Viejo de la Seño de la
tienda:
–La vecinita de aquí a la vuelta enviudó y quedó en posición económica
difícil, y pos organizamos una rifa y pos venimos a que nos compre un boleto
para…
–No tiene caso, señoras, no tiene caso– interrumpe el Viejo de la Seño, meneando la cabeza, ya
toda la clientela sabemos que es muy pero muy “codo”, parece de Monterrey.
–¿Cómo que no tiene caso? – pregunta tímidamente una señora desde atrás,
extrañada…
–No tiene caso, señoras, no tiene caso– sigue moviendo la cabeza el Viejo de la Seño de la tienda. –Ya
conocen a mi esposa, la Seño de la tienda, y saben que aunque me sacara a la
vecinita, no me dejaría traerla a la casa. No tiene caso, señoras, no tiene
caso–
–¿Y cómo te fue en lo del pasaporte m’ija?–
Le pregunta la Seño de la tienda a su sobrina la Chita.
–¡De risa loca Tía, de risa loca!– contesta la Chita.
–¿Cómo, cómo, cómo? Haber, platica m’ija.
–Me tocó detrás de una pobre señora prieta, prieta, fea, fea, chata,
chata y así. El amable revisor de documentos le dice, fingiendo una sonrisa:
–Mire Doña, en la foto de la credencial del IFE siempre todos salimos
muy mal, pero usté salió igualita, je je, je je…
Contestó la Doña, torciendo la jeta:
–Lo que estás viendo no es mi foto, es mi huella digital…
Entra a la tienda la vecina presumida, nueva naca-rica ha de ser, con un
perrillo de esos de brazos, chato, chiple y amarillo.
–¿Y ese chucho chato que Doña? – Pregunta la Seño de la tienda,
arrugando visiblemente la nariz.
–Perece, perece Seño, que mi perrito tiene pedigrí, pa’ que se lo sepa…
–¡Andaaa! Pobrecito, pos ya cámbiele de croquetas, de seguro le están
haciendo daño…
–Oiga Seño –le pregunta una clienta. –¿Y a porqué le puso Jaimilito a su hijo?
–Es el nombre de mi “Apá” Don
Jaimito –contesta orgullosa la Seño.
–Mi Viejo me dijo: (engrosando
la Seño la voz) –Cuando nazca el chamaco,
se va a llamar Mauricio como mi “Apá”; obvio no me gustaba nada el tal nombrecito,
así que le dije: “A mira que bien, Mau-ri-cio, como se llamaba mi primer
novio que tuve”; se me queda viendo mohíno y me dice (otra vez engrosando
la Seño la voz): “Viéndolo bien, mejor que se llame Jaimito como tu “Apá”… ya de cariño le dicimos Jaimilito…
En estos días, todos los clientes podemos escuchar las pláticas de la “Amá” de la Seño de la Tienda, pues la
tal señorona casi grita cuando habla y tiene una risotada bastante escandalosa;
a leguas se vé que eso molesta bastante al “Viejo” de la Seño, además de que ya
lleva varios días de visita; por eso, a diario al “Viejo” de la Seño se le vé
más seguido con el seño fruncido y se le vé más seguido de visita en la cantina
del barrio, disque jugando billar.
El otro día, la tal señorona les estaba plati-gritando varios asuntos
del pueblo y por el semblante del “Viejo” de la Seño, ya estaba algo harto de
escucharla:
–Fijensen que allá en el pueblo tengo de vecino a un señor que es
entrenador de perros– les platica; y casi sin dejarle continuar, le pregunta el
“Viejo” de la Seño:
–¿Y le ha enseñado a usted algunos trucos suegrita?
Si las miradas mataran (como luego se dice) todos en la tienda, menos la
Seño, seríamos cadáveres.
Una clienta le dice a la Seño de la tienda, bajando la voz y mirando pa’
todos lados:
–Oiga Seño, usté tan jovencita y su “Viejo”, pos ya se mira algo
“Viejo”, usté disculpe…
La Seño le contesta, entre risitas contenidas:
–Pos mire doña, él me dice que es de los tiempos de Los Panchos, pero no
me dice si de los tiempos de Pancho… Villa o de los tiempos de Pancho… Madero.
En la esquina de la tienda, pegado a su inseparable crucigrama, el
“Viejo” de la seña murmura:
–Pos de qué’ingaos se reirán estas ‘ches viejas…
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