lunes, 31 de octubre de 2016

Historias Cortas de Terror (segunda terrorífica parte)


En Noviembre del 2015 publiqué varias Historias Cortas de Terror; aquí pongo el vínculo para que te vayas directo http://trozosdevidadisecados.blogspot.mx/2015_11_01_archive.html y algunas otras se quedaron esperando espacio de publicación, ojalá ahora también las disfrutes; ¿Las Aguantas?

"Mientras lo arropaba y le daba las buenas noches, como lo hacía cada noche, mi hijo me dijo suplicando, “Papi, mira debajo de la cama por si hay monstruos, ¿Si?”
Meneando mi cabeza decidí complacerlo y me asomé, pero bajo la cama solo encontré a mi hijo en un rincón y que temblando me susurraba: “Papi, hay algo en mi cama”.

Como crecí rodeado de perros y gatos, estaba acostumbrado a escuchar rasguños y gruñidos en mi puerta mientras dormía. Ahora que vivo solo en este moderno departamento, en este moderno edificio, de esta moderna ciudad, no consigo conciliar el sueño porque sigo escuchando rasguños y gruñidos en mi puerta mientras duermo.

La niña escuchó que su madre la llamaba desde el sótano, y se dispuso a bajar para ver que quería.
Llegando a las escaleras, su madre tiró de ella mientras le dijo, “Llama a la policía, yo también lo he escuchado

Me despertó el ruido del monitor de la cuna del bebé. Mi único hijo lloraba mientras una voz femenina le cantaba quedito para calmarlo. Estiré mi brazo para coger el aparato y escuchar mejor, cuando rocé el cuerpo de mi esposa, durmiendo a mi lado.

No puedo dormir”, me susurró mientras se metía en la cama conmigo y me abrazaba. Me desperté sobresaltado, abrazando el vestido con el que fue enterrada.

Después de luchar desesperadamente para dar indicios de vida y alertar a los médicos de que yo estaba todavía con vida, una enfermera se volvió a mirarme y vió el brillo en mis ojos; pensé que estaba salvado, pero la enfermera sonrió maliciosamente y me guiñó un ojo mientras decía: “Todo listo para la extracción de órganos doctor. Proceda con la primera incisión…”

“¡Maldito idiota!” Gritaba mientras aquel hombre me ataba sobre las viejas vías del tren, “¡¿Que no sabes que esta línea lleva años abandonada?!” “Por supuesto que lo sé”, dijo alejándose, “ Ya nadie viene por este lugar desde hace meses…

Una cara sonriente me observaba entre las sombras del exterior de la ventana de mi dormitorio.
Vivo en un piso 14. Ahora que lo pienso, no recuerdo haber visto nunca un piso 13.

Tras apuñalarme, el asesino escapó, y yo me arrastré hasta el teléfono para pedir ayuda.
Empapado en sudor, desperté de mi pesadilla mientras el teléfono sonaba incesantemente. Lo descolgué y me oí a mi mismo jadear pidiendo auxilio hasta la muerte.

Todas las noches mi madre me arropa y me da un beso de buenas noches.
Después comienza a llorar amargamente mientras se pregunta en voz alta por qué tuve que morir tan chico.

No concilié el sueño fácilmente, los retratos de aquella habitación del hotel parecían mirarme muy fijamente. Cuando desperté al día siguiente vi con horror, que la habitación no tenía cuadros, solo ventanas.

-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.


domingo, 18 de septiembre de 2016

Remordimientos, esos incontrolables y malditos remordimientos

"Cocedor de ladrillos" 
Una ladrillera como ésta había por mi casa cuando yo era niño...

Remordimientos, esos incontrolables y malditos remordimientos:

-Nombre Ramiro, ya hace tiempo que no lo veo, pero si supe lo que le pasó y fue algo bastante desagradable.
-Si primo, al fin de cuentas ya perdió el trabajo, acaba de perder hasta a la familia; alguien me dijo que lo vió que vive de arrimado en una carpintería de por el barrio, pero que ya nadie lo procura a él; tan buscado que era por los familiares, y pos ya estaba muy cerca de su jubilación.
-¿De quién están “mal hablando” “primos”?- meto mi cuchara; estoy sentado enseguida en la misma mesa, y he escuchado parte de la conversación entre “los primos-gemelos”, como los llamamos cuando acuden los dos a alguna reunión de “La Cofradía Rockera”, siendo primos son demasiado parecidos, más que si fueran hermanos.
Alguien del respetable ha puesto la rola “Time Again” de “Asia” y Ramiro como que deja que el bueno de Steve Howe empiece con su guitarra la mentada canción y que ésta tome “in crescendo” el buenísimo ritmo rockero que la caracteriza; hasta que comienza a cantar don John Wetton, luego ya Ramiro me explica:
-Hablamos del tío Efraín Artu, tú lo conoces o lo conocistes, el que trabajaba en la CFE, ¿lo recuerdas?
-Afirma, si lo conocí, de cuando trabajaba en la CFE, siempre con su ropa color “caqui” y el paliacate rojo anudado al cuello, esa ropa que usaba aunque no estuviera chambeando; hace ya algunos meses me lo encontré en un Alsuper y me saludó; ¿qué ha pasado con él?
-¿Recuerdas el caso aquél de los dos niños que se electrocutaron por tocar un poste con cableado defectuoso? Uno de ellos murió y el otro estaba muy grave.
-Lo recuerdo, recuerdo también que no ha sido la única vez que eso ha sucedido, van varios casos, y recuerdo que la CFE nunca ha tomado ninguna responsabilidad… Ups! Ups! No me digan que el tío Efra está involucrado…
-Afirma Artu; afirma; o al menos eso cree él; de algún modo nos lo comentó hace poco en una reunión familiar.
-Si primo, me acuerdo que lo habíamos visto como extraviado, pálido, flaco, con la mirada perdida, la espalda muy encorvada, casi se le salían los huesos del espinazo por sobre la camisa caqui, que se le miraba que le quedaba grande, o él quedaba chico; parecía hasta más viejo y acabado, yo pensé que estaba enfermo y que le vendría bien que ya le dieran la jubilación. Luego de aquella reunión nos quedamos solo algunos a seguir tomando; el tío Efra no era de emborracharse, pero esa vez estaba bebiendo como nunca lo había visto, tomando de verdad, y de repente tenía algunos calosfríos que lo hacían temblar de una manera que ya me estaba poniendo nervioso.
-Yo le pregunté eso, directamente, era lo que todos ya queríamos saber. Él le dio un largo trago a la botella de tequila, que le escurría de las comisuras de los labios, que se miraban como muy secos, agrietados y torcidos en una clase de mueca o sonrisa nerviosa, toda echada para un lado, no era normal en él; sus ojos miraban nerviosamente a todos lados pero estaban como ausentes, ya mostraban los efectos del alcohol; dió otro trago y entonces empezó a platicarlos la causa de su raro proceder.
“-Muchachos, ¿recuerdan el accidente de los niños que se electrocutaron en Avalos cuando tocaron un poste?”
Todos asentimos moviendo la cabeza al unísono y el círculo de los que estábamos en esa mesa se hizo más estrecho, para escuchar lo que venía, porque hablaba bajito, palabra por palabra, raro en él…
“-Creo que ese accidente fue por mi culpa y los remordimientos, esos incontrolables y malditos remordimientos no me dejan en paz… a cada rato creo ver a esos niños, creo escuchar el zumbido del voltaje y creo oírlos gritar con ese sonido gutural ahogado de los que están recibiendo una descarga eléctrica, como si gritaran para adentro de sus gargantas, de sus pulmoncitos, no para afuera; el grito se hunde en sus entrañas mientras la corriente corre por los cuerpecitos que se retuercen como, como, co-mo…” -hizo una pausa para dar otro largo trago a la botella, y su mirada extraviada que de nuevo veía cosas que nosotros no podíamos ver- Muchachos, fue mi culpa que por las prisas de irnos de puente, dejé mal esa instalación, fue mi culpa, los remordimientos, esos incontrolables y malditos remordimientos no me dejan en paz……”
-Vamos tío, piénsalo, seguramente no eres tú el culpable; debió de haber luego alguien que se quiso robar el cobre, ratas royendo los cables, mil cosas…- alguien trató de animarlo y luego otro opinó algún argumento diferente tratando de evitar que mi tío se sintiera culpable; pero por la forma en que paseaba la mirada por todos nosotros, sabíamos que no había nada que lo convenciera de lo contrario.
-Ya no platicó más esa noche, siguió bebiendo y al rato dijo que se iba a su casa que, como estaba cerca, a un par de cuadras, ya nadie se ofreció a acompañarlo.
-Ésa fue la última vez que lo ví, luego supe que por alguna razón la tía lo dejó, su hijo único vive en cd. Juárez; se quedó solo en la casa; no sé qué pasó con el trabajo, luego le dejó la casa a la tía y se largó a algún lado; voy a ir uno de estos días a buscarlo; pero pos a veces uno anda muy ocupado con sus propias cosas, no sé. Tú primo, échale una vuelta, vives más cerca…
-Si primo, uno de estos días lo busco, pero como dices, siempre uno anda muy ocupado con sus propias cosas…

Me quedé pensando en ese pobre hombre, consumido por los remordimientos, sin nadie que le ayudara a superarlos, sin nadie a quien acudir para de alguna forma eliminarlos, anteponiendo “la verdad o la realidad” a sus propios y sombríos pensamientos; cargando con esa culpa que, ¿de qué otra forma? pudiera sobrellevar. En estos tiempos, y es de siempre, ya nadie tenemos oportunidad para visitar y platicar con alguien que, como el tío Efra, está pasando por una situación como esa, simplemente no hay nadie que lo pueda ayudar. No es igual a la situación de ir a visitar a un familiar con una enfermedad grave; los “malos remordimientos” consumen el pensamiento, apartan al implicado de los demás, acaba la soledad por ahogarlo y envolverlo en una cárcel interior que solo el individuo vive, mirando silenciosamente el correr de la vida sin participar ya de ella, se vive en otro plano de la existencia.

Me hizo acordarme de don Beto y su hermano Jaime, aquellos ladrilleros que veía todos los días fabricar y quemar ladrillos allí cerca de mi casa de niño, en las humeantes y malolientes ladrilleras de la colonia…

“No, Jaime –dice don Beto mientras le da un largo trago a la botella de tequila barata y pone otro leño en la lumbre, donde varias vasijas hierven agua “pa’l café y pa’l frío”-. Te digo que este mes continuará la seca. La Luna no está inclinada como jicarita que va a dejar caer su agua; ni Luna hay, ya olvidé el calendario del creciente y menguante. Tendremos que esperar a la próxima, a ver si entonces llueve algo”.

Afuera la noche es fría y oscura; arriba muy alto, brillan incandescentes las estrellas en un cielo negro sin nubes y sin Luna. En el horizonte, sobre las cercanas vías del tren se recorta enorme y oscuro el alto perfil del Cerro Grande, dibujado en negro mate, como retando en contraste del brillante cielo profusamente estrellado.

No se oyen ya las voces de los perros; tampoco el viento turba la quietud de los árboles que todavía conservan algo de follaje. Si no fuera por las llamas y el quejo de la leña en el fogón se diría que todo ha dejado de ser, que todo se ha ido, que todo ha dejado de estar, de existir.

“Sin lluvia no habrá hierba, Jaime, y las cabras ni siquiera recibirán al chivo. Presienten que las crías no tendrán qué comer, y no las traen al mundo a pasar hambre.”
“¿Te acuerdas cómo llovió el mes pasado? El arroyo se puso verde, y las cabras hasta cuatearon. A veces pienso, Jaime, que los animalitos son más sabios que nosotros. Sienten cosas que a nosotros ya se nos olvidó sentir. Nuestros padres tenían ciencias que ahora no tenemos. Sabían cuándo cortar los troncos para hacer los morillos de las casas y que luego no se los comiera la polilla; sabían cuál era el tiempo justo de los injertos y la poda. Tú y yo todavía nos acordamos de eso, pero los muchachos de ahora no, y ni siquiera les interesa aprender. Ellos andan en sus cosas, y sus cosas no son ya nuestras cosas. Yo no las entiendo, no sé tú”.

Se queda viendo las siluetas que dibuja la sombra de las llamas sobre la desnuda pared. Mira en ella la de su hermano Jaime, y le parece ver que el resplandor del fuego colorea su rostro como si fuera un retrato de pintura. Jaime está silencioso, como siempre, muy silencioso en esa semi penumbra, demasiado silencioso.

Él sigue hablando para que sus palabras hagan algo de ruido. Y es que el silencio le da miedo, lo mismo que la noche. Con el silencio le da por pensar, y esa es otra de las cosas a las que teme: a el pensamiento.

De día no piensa. Se ocupa en la fabricación de los ladrillos: ellos no piensan. Va a ver los dos árboles de granadas y el de membrillos: ellos tampoco piensan. Le da de comer al enorme gato pardo, y no se explica porqué el minino ya no quiere entrar a los cuartos. Se pone a limpiar la pila del agua, aunque esté limpia; va a vigilar a las tres chivas y al chivo del corral y se pone a arreglar la cerca, aunque esté en orden. A principios del mes le da otra blanqueada al frente de los dos cuartos de la casa, sin necesidad. Cada tercer día recibe al que trae la leña y el aserrín para el cocedor de ladrillos, por necesidad.
“Cada vez me cuesta más comunicarme con alguien, Jaime. No reconozco a muchas personas, hago las cosas como en sueños. Quién sabe qué vaya a pasar cuando yo ya no pueda caminar. Todavía no hace mucho podía tirar la ceniza al arroyo sin problemas, iba y venía, iba y venía. Caminando iba a tirarla. Ahora tengo que ir más despacio, mas viajes de aquí al arroyo. Con los años uno no puede ya andar tanto. ¿Te duelen a ti las piernas cuando caminas mucho? Yo a veces no las aguanto, sobre todo en tiempo de frío. De nada me sirve entonces la pomada de árnica. Ya estamos viejos, Jaime, hay que reconocerlo. Yo voy pa’ los 80, y tú eres nomás dos años más chico.”
“Antes de aquello que pasó ¡uh! yo subía el Cerro Grande casi corriendo. Una vez, por puro juego, perseguí a la carrera a un conejo, y te juro que ya merito lo alcanzaba. Me dirás que estoy inventando cosas, pero no. Y nunca me cansaba. Luego sucedió lo que tú sabes, y ya no fue lo mismo. En seis años envejecí 40. Cuando volví al barrio nadie me reconoció. Todos pensaron que venía de fuera. La verdad es que venía de adentro. Fíjate bien: ‘de adentro’. ¿La pescaste? ¿Entonces por qué no te ríes? Anda, ya no estés tan serio. De muchacho no eras así”.

El fuego se ha apagado mientras el hombre hablaba. Deja la humeante taza de café negro que bebía, da otro trago muy largo al tequila barato y después de poner todo en su lugar dice lo de siempre: “Hasta mañana, Jaime”. Luego se acuesta en su camastro y apaga la vela. Todo queda en la oscuridad; sólo se ve el rojizo resplandor de dos brasas que aún arden en las cenizas del fogón. Son como dos ojos que lo miran, y cierra los suyos para no mirarlos. Desaparece en el oscuro sueño en que se le aparece el sueño que todas las noches sueña.

Pasan las horas -¿por qué no más aprisa?- y amanece. A él le gusta que amanezca. Abre la puerta del cuarto. “Para que entre El Sol, la gracia de Dios”, decía su madre; el enorme gato que es gris de día, y pardo casi negro de noche, asoma la cabeza, pero no entra, maúlla lastimosamente y se aleja a quien sabe dónde.

Por la calle vamos mi amigo de la escuela y yo, rumbo a la tienda de don Mundo, que queda dos calles arriba, casi llegando a las vías del tren. Lo saludo agitando la mano: -Hola don Beto, Buenos días… pero él no se da cuenta. Está como muy sordo, como que ya no ve bien. Pregunta mi amigo de la escuela, porque no lo conoce: “¿Quién es ese viejo?”. “Es don Beto el ladrillero -respondo-. De joven, en una noche de borrachera, mató allí mismo en la ladrillera a su hermano Jaime, estuvo un tiempo en la Peni, pero un día simplemente lo soltaron y regresó a seguir haciendo y cociendo ladrillos”.

Luego un día, de la noche a la mañana quitaron la ladrillera y ya nunca volvimos a saber de don Beto el ladrillero, simplemente desapareció de nuestras vidas, se esfumó en medio de nuestras urgencias del día a día; y a fin de cuentas, ni a quien le importó…

miércoles, 25 de mayo de 2016

México avanza, pese al mal humor social: Peña Nieto (Aristegui Noticias)


ó, La Seño de la Tienda, Volumen Tres:

La reunión de “La Cofradía Rockera” transcurre ahora curiosamente como en cámara lenta, como en medio de una espesa niebla invisible; parece como si estuviéramos inmersos, por citar un ejemplo de actualidad, en el pesado ambiente contaminado de la Capital de la República a media contingencia ambiental, CDMX se llama ahora el antiguo DF y sus elevados IMECAS que la acompañan.
En esa mezcla tanto inmaterial como intangible, pero que se podría cortar facilmente con un cuchillo, y con algunos toques y piquetitos de los olores del humo de la carne asada y de la cerveza, flotan casi sin movimientos pero a buen volumen las notas de la canción “Mistreated” del setentero Deep Purple, con la aguardentosa voz de David Coverdale destilando pesadumbre y malhumor (disponible, por cierto, en su Spotify, digo, no es comercial ni llevo comisión alguna por la mención, pero es para que la busquen y la escuchen los que no conocen esta sentida canción):
♪♫ I’ve been Mistreated, I’ve been abused ♫♪ Since my babe left me, I’ve been losing my mind ♪♫
Y así sigue el infeliz trovador aportando poco para subir el alicaído ánimo del respetable, acompañado desde luego por ese fabuloso solo de la gimiente guitarra del Gran Ritchie Blackmore.
Me comenta “la güera” Bere, en medio de esa incertidumbre, mirando visiblemente preocupada para todos lados, con el seño fruncido:
–Algo pasa con la gente Artu, algo pasa con la gente por estos días antes alegrados por la llegada de la primavera, se les nota (y se nos nota, lo confieso) lo hastiados, lo malhumorados, lo estresados, lo desganados; el hartazgo social pues.
Ya el mismo Henry Monster, presi de todos ustedes (como le dice Brozo a don EPN) lo comentó hace unos días: (“la güera” Bere lee una nota de periódico, en su enorme celular rosa mexicano, subrayado de amarillo, y estirando al máximo su brazo y entornando sus ojos gris acero, signo inequívoco de su miopía y de su terca negativa a usar los lentes):
Sé que a veces se puede decir, leyendo algunas notas, columnas y comentarios que recojo de aquí y de allá, que no hay buen humor, el ánimo está caído, hay mal ambiente, un mal humor social.”
Dijo el presi don EPN un triste día de Abril, al inaugurar el Tianguis Turístico México en Guadalajara la bella.
–Pues fácilmente yo te puedo contestar, Henry Monster, presi de todos ustedes, del porqué el pueblo mexicano no está precisamente pegando de saltos y dando gritos de alegría: –continúa implacable “la güera” Bere, ahora enumerando con sus largos dedos, terminados en uñas pintadas de negro, cada una de las palabras que enseguida escribo, espero no olvidar alguna, el agua no está para chocolate, el horno no está para bollos:
“La Corrupción descarada de tu mal gobierno y de cada uno de tus empleaduchos los burócratas de pacotilla.”
“La Impunidad manifiesta para los criminales disfrazados de la mentada “Clase Política.
“El Gasto y Derroche de los dineros públicos, dineros que le son arrebatados cada semana o quincena a los sufridos trabajadores asalariados, me incluyo.”
“La Desfachatez con que dejas que los gobernadorcillos hagan lo que se les pegue la gana en los estados, sin hacer el menor esfuerzo en poner algo de orden, haciendo grupúsculos políticos endogámicos con pura gentuza de tu misma calaña…
(Méndiga “güera” Bere, ahora voy a tener que recurrir al tumba burros para saber que carajos significa la tal palabra “endogámicos“)
Nota agregada de última hora, cortesía de mi Pequeño Diccionario Larousse, amigo inseparable de mil aventuras literarias, antes del advenimiento del frío, incorpóreo e insensible Google:
Endogámico” es el rechazo a la incorporación de miembros ajenos a un grupo. Con entender esa palabreja, ahora entiendo el proceder de la “clase política” que impunemente se reparte el pastel solo entre ellos.
Y continuó así “la güera” Bere enumerando los lamentables yerros, abusos y omisiones del gobierno de EPN; yo pos la dejé decir, que se liberara de esa manera del clima emocional que la turbaba. Al final ya me dijo, más tranquila y liberada:
-Haber Artu, haber, ya mejor cuéntame más de tu vecina “La Seño de la Tienda”, que nada bueno aporta al ánimo el perorar pestes sobre el mal gobierno; anda, anda, cuéntame los últimos sucedidos de la buena Seño… y me regala una enorme sonrisa, de esas que derriten glaciales más rápido que el mentado calentamiento global.
Ya armados ambos con sendos platos de humeante carne asada en la diestra, y una cerveza bien fría en la siniestra, le platiqué lo último que escuché cuando voy a la tienda de La Seño…

La Seño de la tienda le estaba platicando a una clienta:
Fíjese Doña que el otro día estaba yo en una reunión, y escuché que uno de los allí presentes era médico y pos quise aprovechar el viaje, la ocasión, colgarme pues, ¿Ve? Y que le pregunto:
–Doc, disculpe la molestia, pero sabe de que siento un dolor así como que en la parte baja de la espalda, ¿qué me recomienda?
–Perdone usté Seño, pero yo soy “Oculista”– se evadió el tal Doc.
–Ah no, olvídelo Doc– Contesté, arqueando una ceja, –No es con usté, el dolor lo tengo más arriba…

El Viejo de la Seño de la tienda, con el crucigrama del periódico en una mano y una pluma en la otra, y derrochando esa mañana un excelente humor, le preguntó enfrente de toda la clientela:
–Haber Vieja, tú que te las das de muy “sabelodetodo”, te voy a preguntar algo…
–No me tientes Viejo, luego no aguantas…
–Nah!, haber dime: dime qué diferencia hay en las palabras Miedo y Pánico
–Luego no aguantas Viejo…– advierte la Seño, señalándolo con el índice.
–Nah!, dime, dimelo, anda… –insiste el Viejo con una sonrisota.
Contesta la Seño, con los brazos en la cintura, como una jarra.
–Mira Viejo: Miedo es la primera vez que no puedes la segunda vez; Pánico es la segunda vez que no puedes la primera vez…
Al Viejo de la Seño de la tienda todavía no se le quita lo colorado de la cara, allá en el rincón adonde se fue a llenar su dichoso crucigrama.

–Oiga Seño– pregunta una clienta, muy bajita la voz– Vi que estaba platicando con la esposa del conserje de la escuela que está muy malo, ¿qué les dijo el Doc?
–No pos quien sabe, no me dijo que tan malo está, quien sabe– contesta la Seño, con la voz igual de bajita que la Doña– Solo me contó que el tal Doc les aconsejó que ni empezaran a ver la nueva temporada de “La Rosa de Guada…”, quien sabe…

Jaimilito, el hijo de la Seño, corrió a abrazar a la madura señorona que apareció en la puerta de la tienda, en cada mano traía una caja grande de cartón, amarrada con ixtle, se miraban muy pesadas, pero la Doña las llevaba sin ningún esfuerzo y sin emitir pujido alguno.
El otro hijo de la Seño, Pepito, está en un andador, con la cara chorreada, pelando unos ojotes y pegado al biberón.
–Jaimi, ayúdale a tu “Agüe” con el equipaje– le dijo…
–¡Agüe! ¡Agüe!, que güeno que vinistes! Para que me enseñes la serpiente que traes– Grita con chillona voz Jaimilito.
Varios de la clientela pelamos los ojotes como Pepito, todos esperando ver la tal serpiente.
–Achis! Pos cuál serpiente, Tú– Le preguntan en coro la Doña y la Seño de la tienda, extrañadas.
–Pos ollí que mi ‘Apá le dijo en la mañana a mi ‘Amá, contestó Jaimilito, luego engrosando la voz: –Mejor me voy un rato al billar de la cantina, no soporta a la víbora de tu madre

–¡Qué risa Tía, que risa!– tras el mostrador de la tienda, le platica la Chita a la Seño de la tienda– Mis “Agüelitos”: ella de la tercera edad y él de la cuarta, cumplieron “chechenta” y tantos años de casados, y en el pueblo entre medio en serio y entre medio en broma les pagamos dos noches en el hotel de la sierra donde trabajo. A nomás se instalaron y ya de noche que me hablan a la recepción:
–Perdona m’ija, que me dice mi “Agüe” – Mi esposa “Pasita” y yo estamos de segundas “Bodas de Miel” y sabemos que debemos hacer algo importante pero no recordamos qué, ¿de casualidad tú no sabrás?... –¡Qué risa Tía, que risa!–

–No entiendo a “Los Hermanos”, neta Doña, No entiendo a “Los Hermanos”…
–Pos porque dice eso Seño, no entiendo ahora yo– contesta extrañada la clienta…
Ayer iba en la troca al centro y en el semáforo me paré detrás de un carro con una calcomanía que decía:
Si Amas a Jesús, toca el Claxon
Pos lo toqué, y dos veces, ya ve que soy muy religiosa…
–¿Y qué pasó Seño? – se interesó la clienta y todos los que estábamos comprando algo en la tienda.
–¡Pos que iba a pasar! Nada, que asoma su cabezota un fulano en el carro y que me grita encanijado:
–¡Espérese Seño, espérese! ¿Pos que no ve que el &%$#@ semáforo esta en rojo?
No entiendo a “Los Hermanos”, neta Doña, No entiendo a “Los Hermanos”…

Jaimilito, el hijo de la Seño de la tienda, curioso le pregunta a su padre:
–Oyes ‘Apá, ¿Cómo es la Luna?
–M’ijo pos ¿pos porqué me preguntas eso M’ijo?
–Pos porque “ollí” que mi “Amá” le dijo al de las sabritas: “Pos claro que no se ha dado cuenta, siempre anda en la Luna
La Seño de la tienda estaba al otro extremo del mostrador, disque atendiendo a una clienta, con la cara pálida, pálida; tan pálida como la Luna.

Las señoras del grupo de la iglesia entran en bola a la tienda y le dicen al Viejo de la Seño de la tienda:
–La vecinita de aquí a la vuelta enviudó y quedó en posición económica difícil, y pos organizamos una rifa y pos venimos a que nos compre un boleto para…
–No tiene caso, señoras, no tiene caso– interrumpe el Viejo de la Seño, meneando la cabeza, ya toda la clientela sabemos que es muy pero muy “codo”, parece de Monterrey.
–¿Cómo que no tiene caso? – pregunta tímidamente una señora desde atrás, extrañada…
–No tiene caso, señoras, no tiene caso– sigue moviendo la cabeza el Viejo de la Seño de la tienda. –Ya conocen a mi esposa, la Seño de la tienda, y saben que aunque me sacara a la vecinita, no me dejaría traerla a la casa. No tiene caso, señoras, no tiene caso–

–¿Y cómo te fue en lo del pasaporte m’ija?– Le pregunta la Seño de la tienda a su sobrina la Chita.
–¡De risa loca Tía, de risa loca!– contesta la Chita.
–¿Cómo, cómo, cómo? Haber, platica m’ija.
–Me tocó detrás de una pobre señora prieta, prieta, fea, fea, chata, chata y así. El amable revisor de documentos le dice, fingiendo una sonrisa:
–Mire Doña, en la foto de la credencial del IFE siempre todos salimos muy mal, pero usté salió igualita, je je, je je…
Contestó la Doña, torciendo la jeta:
–Lo que estás viendo no es mi foto, es mi huella digital…

Entra a la tienda la vecina presumida, nueva naca-rica ha de ser, con un perrillo de esos de brazos, chato, chiple y amarillo.
–¿Y ese chucho chato que Doña? – Pregunta la Seño de la tienda, arrugando visiblemente la nariz.
–Perece, perece Seño, que mi perrito tiene pedigrí, pa’ que se lo sepa…
–¡Andaaa! Pobrecito, pos ya cámbiele de croquetas, de seguro le están haciendo daño…

–Oiga Seño –le pregunta una clienta. –¿Y a porqué le puso Jaimilito a su hijo?
–Es el nombre de mi “Apá” Don Jaimito –contesta orgullosa la Seño.
–Mi Viejo me dijo: (engrosando la Seño la voz) –Cuando nazca el chamaco, se va a llamar Mauricio como mi “Apá”; obvio no me gustaba nada el tal nombrecito, así que le dije: “A mira que bien, Mau-ri-cio, como se llamaba mi primer novio que tuve”; se me queda viendo mohíno y me dice (otra vez engrosando la Seño la voz): “Viéndolo bien, mejor que se llame Jaimito como tu “Apá”… ya de cariño le dicimos Jaimilito…

En estos días, todos los clientes podemos escuchar las pláticas de la “Amá” de la Seño de la Tienda, pues la tal señorona casi grita cuando habla y tiene una risotada bastante escandalosa; a leguas se vé que eso molesta bastante al “Viejo” de la Seño, además de que ya lleva varios días de visita; por eso, a diario al “Viejo” de la Seño se le vé más seguido con el seño fruncido y se le vé más seguido de visita en la cantina del barrio, disque jugando billar.
El otro día, la tal señorona les estaba plati-gritando varios asuntos del pueblo y por el semblante del “Viejo” de la Seño, ya estaba algo harto de escucharla:
–Fijensen que allá en el pueblo tengo de vecino a un señor que es entrenador de perros– les platica; y casi sin dejarle continuar, le pregunta el “Viejo” de la Seño:
–¿Y le ha enseñado a usted algunos trucos suegrita?
Si las miradas mataran (como luego se dice) todos en la tienda, menos la Seño, seríamos cadáveres.

Una clienta le dice a la Seño de la tienda, bajando la voz y mirando pa’ todos lados:
–Oiga Seño, usté tan jovencita y su “Viejo”, pos ya se mira algo “Viejo”, usté disculpe…
La Seño le contesta, entre risitas contenidas:
–Pos mire doña, él me dice que es de los tiempos de Los Panchos, pero no me dice si de los tiempos de Pancho… Villa o de los tiempos de Pancho… Madero.
En la esquina de la tienda, pegado a su inseparable crucigrama, el “Viejo” de la seña murmura:
–Pos de qué’ingaos se reirán estas ‘ches viejas…

domingo, 27 de marzo de 2016

Vida Maquilera, ¿Welcome to the Jungle?

La sufrida vida maquilera...
-Haber tú Artu, sácame de una duda- me preguntó el inge Manolo, apuntándome con su dedo índice, aunque la mano está ocupada con su infaltable roja lata de cerveza, y que se auto nombra "Ingeniero Incivilporque trabaja en Obras Públicas del gobierno.
-Achis "padrino", ¿pos qué me vistes con cara de'nciclopedia Salvat o de qué padrino?- le respondo; aún ignoro porqué todos le dicen "padrino", pero desde que lo conozco, es el inge el "padrino".
-No, no, no Artu, es que como tienes ya tiempo trabajando en la maquila, pos quiero preguntarte...
-OK "padrino", pos pregunta, haber...- le contesto con cara de "sabelotodo", si un inge te pregunta, antes de contestar debes poner tu mejor cara de "sabelotodo", aparte ya la tengo muy bien ensayada...
Alrededor, entremezclada con el conocido olor a carne asada, humo de carbón, humo de cigarro, cerveza, suena bien fuerte la canción de Guns n' Roses "Welcome to the Jungle", es el ya típico ambiente de la reunión de "La Cofradía Rockera". Se oye:
"In the jungle ...
Welcome to the Jungle 
Watch it break it to your 
shana na na na na na 
knees, knees 

I wanna watch you bleed...
Suena estridente la voz de Axl Rose en su mejor momento, ya hace algunos ayeres por cierto...
-Haber Artu- y se piensa bien la pregunta el "padrino", con una mano rascándose nerviosamente el mentón, y la otra mano ocupada por su inseparable lata de cerveza- ¿Es en verdad el trabajo en la maquila tan agobiante, angustiante, atrapante, coaccionante, demandante, depresiva, estresante, idiotizante, infartante, oprimiante, tan presionante? (dicho todo ésto en estricto orden alfabético)...
-Bueeeeno, sí, siempre ha sido todas esas feas cosas que para bien o para mal enlistas "padrino"; es todo eso y mucho más...-le contesto, copiando la interesante pose de rascarme un poco el mentón, y haciéndome para atrás de las orejas las mechas del cabello, doy un largo sorbo a la cerveza, tomo un prolongado aliento y le sigo...
-Es más estresante conforme más alto estás en el escalafón, ¿sabes "padrino"?; 'ora verás "padrino": hay tienes tú que tienes constantemente que rendirle cuentas a alguien en tiempo, modo y formas; responder por tu gente ante cualquier contrariedad, descargo e imprevisto; estar en todos lados a la vez aún en tus ratos de descanso o cafetería; aguantar en el cogote la presión del zapato del del siguiente escalafón; tener siempre a la mano una respuesta "políticamente correcta" para cualquier pregunta de los jefes; conocerlos a todos porque cada uno de ellos requieren de escuchar una explicación diferente y a su modo; así que tienes que... (nota de la administradora del Blogger: aquí nuestro estimado "bloggero" se extiende por más de 9 páginas y vuelta que, aunque sumamente interesantes, debemos suprimir por falta de espacio, ésto es un blog, no un compendio o manual del Supervisor de Maquiladora; así que yo estoicamente asumo las mentadas que este recorte, sin atentar contra el divino derecho a la libre expresión, halla generado; y ni hablar. 
Pero proseguimos con el relato, donde el buen blogger terminó su larga e inane perorata)...
-Así están las cosas, "padrino", pero, ¿a qué viene tu pregunta si tú no trabajas en la maquila y, trabajando cómodamente en gobierno, no creo que quieras ingresar a este bapuleante mundillo? y que a manera breve y concisa te he relatado (¿...?)
-No, yo no Artu- me contesta el "padrino" dando un gran suspiro. -Pero mi hermano es jefe de algo en una maquiladora y pos acaba de tronar con su esposa porque, mientras él se partía el lomo en el trabajo, sobre todo los fines de semana y fiestas de guardar, la tal fulana se divertía a lo grande con sus "amiguitas y amiguitos" (asumo que más con los segundos que con las primeras), con el producto de su salario, tiempo extra y prestaciones.
Y así me contó con tristeza las desventuras de su hermano; y pues por asociación de ideas, me acordé del chascarrillo que me contó una compañera de cd. Juárez cuando le pregunté si ella ya era "jefa".
-No, no soy ni quiero ser, no quiero venderle mi vida y mi alma al diab... digo a la maquila, pa´que otros disfruten de mi sueldo mientras yo paso aquí más de 12 horas diarias, 6 días a la semana...
Y luego me acordé también de ésto que ahora relato:
El Sacerdote de la iglesia del barrio estaba dando una plática sobre "Comunicación Familiar" a los sufridos padres de la chamacada que iban a hacer su "Primera Comunión". Sufridos digo porque la tal plática era forzosamente obligatoria, en Sábado, temprano y pues, aburrida.
-Deben de comunicarse mucho entre ustedes dentro del bendito núcleo familiar, señores padres de familia -peroraba el Sacerdote con ese acento santificado artificial que los Sacerdotes suelen usar.
-Deben de hablarse entre ustedes siempre, entablar una plática entre ambos, que nunca falte platicar, hablarse: despues de la llegada del trabajo, despues de la comida, despues del descanso; despues de hacer el amor...- le seguía el santo Padre, arrastrando ésta última frase.
Luego pasó con paciencia la mirada por la clientela, digo por la concurrencia; había allí parejas de diferentes estratos sociales, unos desmañanados casi bostezando, algunos esposos tomados de la mano, otros algo atentos, y así. 
Ah! y una joven sola, dándole con ganas al chicle y lanzándole miradas de reojo al enorme celular rosa mexicano que tenía a su lado; era la joven señora que a la entrada le había comentado al Padre que su marido no había podido asistir porque trabajaba en la maquiladora y tenía que ir el Sábado a hacer las cosas que van los Sábados a hacer los que trabajan en las maquiladoras: a sacar las piezas que no pudieron completar en la semana; a "maquillar" algunos reportes; a ver los registros y los listados de asistencias de sus operadores, digo a ver, porque no los corrigen ni los actualizan, solo los ven y los ven y los ven; y luego tienen alguna que otra junta sabatina, de las miles de juntas que hay en las maquiladoras, que casi siempre producen más juntas que productos terminados: 
-¿Pos quienes serán todos estos?- piensan mientras ven la pantalla de la compu como si lo que ven estuviera en chino mandarín; -¿Cuál de todos estos será la chata de Calidad de tan buen ver que me tira los perros?... y otros pensamientos así...
Así pues el Padre se acerca de pronto a la joven señora y le pregunta, interesado:
-Haber hija, seño, ¿Tu le hablas a tu marido después de hacer el amor?
La tal seño retira la mirada del celular, pela mucho los ojos que tienen enormes pestañas postizas y contesta muy apurada, tomada por sorpresa:
-Pos si no está en una junta si le hablo yo Padre, pero Padre, a veces ni me contesta su celular, es porque de seguro está en junta...

domingo, 28 de febrero de 2016

La Seño de la Tienda, volumen 2

"El Viejo de la Seño de la Tienda"
La Seño de la Tienda no quiso salir en la foto

La Seño de la tienda le contesta a la encuestadora que le preguntó que cuántos hijos tenía:
–Tengo éste que ve usté, (señalando a Pepito que está en un andador, con la cara chorreada, pelando unos ojotes y pegado al biberón)… y otro que viene en camino...
–Pues no se le nota Seño, le contesta la encuestadora, mirándola de arriba a abajo, con la ceja levantada.
Responde la Seño de la tienda: –Es que lo mandé a la “jarmacia”.

…Cuento extra, hablando de la “jarmacia” del barrio…
La guapa hija del farmacéutico del barrio fue secuestrada por maleantes. Varios días después el atribulado padre recibió una llamada telefónica de los secuestradores. Le dijo una voz ronca: “Semos dos 'Don'. Mándanos de inmediato 10 millones a cada uno”.
Respondió el señor lleno de angustia: “¡Pero yo no tengo ese dinero!”.
“Nadie habla de dinero –aclaró el que llamaba–. Mándanos 10 millones de unidades de penicilina. Su hija nos contagió una enfermedad”…

La muchacha de rancho que le ayuda en la casa de la Seño de la tienda le anunció que se iba a casar.
“Te felicito Mucamartha, ahora ya casada tendrás la cosa más fácil”.
“Sí Siñora –contestó riendo alegremente la muchacha– y más siguido Siñora, ji–ji… ji–ji…”

La Seño de la tienda descubrió que andaba por allí un ratón. Una clienta le aconsejó:
–Vaya a “El Tepeyac” Seño, a que le den algo pa’xterminarlo. Luego al día siguiente le preguntó que como le había ido.
–Pos mal Doña –dijo La Seño con cara de enojo.
–Pos como que mal Seño, pos que le dijieron Seño.
–Que me dice el encargado, dándome una cajita:
–Es cosa sencilla Seño; mire: póngale estos polvos de esta cajita en el agujero.
–¿Y luego Seño?– quiso saber la clienta.
–No pos que le contesto muina: ¡Ah sí, que cosa tan sencilla!, ¿Y usté va a ir a detenerme al méndigo ratón, o como se los pongo?

La Seño de la tienda estaba platicando con una clienta que se veía que era bastante presumida, nueva naca–rica debía ser.
–Seño anda, mira tú… –le dice, olisqueando el aire– he notado que mi chacha, o sea mi sirvienta, tiene los mismos gustos que tú: ambas usan el mismo “perfumen”.
–Nah! Mira tú… –contesta la Seño de la tienda, arqueando una ceja– más bien tiene los mismos gustos que tú: ambas usan el mismo ma–ri–do…

–No pos mire Doña, mi marido con todo el mundo plática, a todo mundo le cuenta y le platica de lo que hago, de mis cosas –se quejaba el otro día la Seño de la tienda con una clienta.
–Yo la verdá espero irme al otro mundo antes que mi marido– continúa la Seño de la tienda. –No quiero que cuando El Supremo Juez me juzgue, esté mi marido por allí dándole información de más.

Le dice la Seño de la tienda a una clienta, mientras leen las noticias en un viejo periódico que usa para envolver verduras y cosas:
–Nah! Doña, yo si fuera terrorista, secuestraría un avión lleno de diputados, y amenazaría con irlos liberando de uno en uno si no se cumplían mis exigencias, así si viera que el pueblo me daría cada cosa que les pidiera…

Una clienta le comentaba a la Seño de la tienda:
–¡Qué frío hacía anoche Seño! Salí, y tardé casi media hora en lograr que arrancara mi carro.
–Sí que hacía frío –confirmó la Seño de la tienda– Yo no salí anoche, y tardé más de una hora en lograr que arrancara mi marido…

La Seño de la tienda recibió una visita de su sobrina la Chita y de su novio (el novio de la Chita, la sobrina de la Seño, aclaro).
–¡Qué guapo es tu novio m’ija, parece “artrista” de Halloween!– dice la Seño de la tienda emocionada.
–¡Hay tía! ¡”Artrista” de Hollywood tía, de Hollywood!, ¡Hay tía!– la corrige su sobrina la Chita.

Le platica la Seño de la tienda al plomero del barrio, quien dice que trabaja en las tardes en una maquiladora, en “Mantenimiento”:
–Ah, pos’ mire… nosotros nos “vinimos” del pueblo por un problema de “Mantenimiento”.
–¿Cómo que de “Mantenimiento” Seño?– se interesó el plomero del barrio.
–Sí, así fue, fue un problema de “Mantenimiento”, mi suegro ya no nos quiso “Mantener”.

La maestra de primaria de Jaimilito, el hijo de la Seño de la tienda, pasó por allí y la Seño le preguntó que cómo iba su hijo en la escuela: “Ha mejorado mucho con sus tareas”, dijo la maestra.
–Si profesora, –explicó la Seño de la tienda– es que mi viejo lleva ya varios días que se fue de viaje al pueblo.

Le platica la Seño de la tienda a su marido: “Viejo, mañana es mi cumpleaños y anoche soñé que me regalabas un “hay–fon seis” de esos de moda, (con “h” se’scribe, creo Viejo), entonces Viejo ¿qué crees que signifique ese sueño?”
–Mañana lo sabrás –le contestó su viejo.
Al día siguiente le entregó un paquetito mal envuelto, que la Seño de la tienda abrió, ilusionada.
Encontró una barata edición de bolsillo del libro: “El Significado de los Sueños” (del autor Fernando Arévalo Céspedes, $38.00 en la librería “Kosmos” de la Vicente Guerrero casi esquina con Niños Héroes)

–Qué cree Doña, de veras como es una de ignorante, luego por eso la gente se carcajea di’una –le platica la Seño de la tienda a una clienta.
–Pos qué pasó Seño –pregunta curiosa la clienta.
–Pos fuimos ayer al Palacio de Gobierno a ver la representación de Don Miguel Hidalgo, y m’ijo Jaimilito que me pregunta angustiado, cuando sacan los soldados al Don y le ponen una pañoleta en los ojos:
–¿Ma', lo van a fusilar Ma’?– que me dice.
–Pos yo creo que si m’ijo– que le contesto mirando pa’ todos lados...
–Piñata no veo…

–Mi Viejo no aguanta las bromas Doña –le platicaba la Seño de la tienda a una clienta. “Cuando nos casamos, dejó de hablarme unos días por una broma que le hice”.
–¿Pos que clase de broma le hizo Seño?
–Pos estábamos discutiendo sobre cuántos hijos íbamos a tener, yo decía que tres y él decía que dos y ya en son de broma pa’cerlo enojar le insistí y le insistí que tres. Entonces me dice muino:
–Ya dije que tendremos nomas dos hijos. Para asegurarme de eso, después de que nazca el segundo me haré la “baskectomía”.
–Está bien –que le contesto–. Pero espero que quieras al tercero como si fuera tuyo. Pos dejó de hablarme por varios días…

–No Doña, el desempleo pega fuerte en los pueblos –le platica la Seño de la tienda a una clienta– Le pega hasta a los que trabajan duro–duro.
–¿Cómo está eso Seño, de que el desempleo le pega hasta a los que trabajan mucho? –se interesa la clienta.
–Pos si Doña, en el pueblo hubo mucho desempleo y el lechero, señor que trabajaba duro–duro, se quejaba de que el desempleo lo estaba perjudicando, “pos porque había demasiados esposos en sus casas”…

La Doña presumida, la nueva naca–rica le estaba pasando chisme tras chisme a la Seño de la tienda; habla que habla y vuelve a hablar; ese día andaba particularmente más venenosa que de costumbre; y la Seño nomas volteaba a todos lados porque ni clientes había.
–No Seño, deje le cuento la última de la muchacha su vecina de aquí a la vuelta –insistía la clienta.
–No Doña, mejor ni me cuente más, no le vaya a pasar lo que le pasó a la finadita Doña Pacita –le dijo la Seño ya harta.
–Achis! Seño, pos qué le pasó a la tal finadita Doña Pacita Seño –se interesó la Doña, arqueando una ceja.
–Pos se murió Doña, se murió.