jueves, 23 de noviembre de 2023

Lecturas para tiempos de Halloween y de Día de Muertos


"La Noche, La Madre del Miedo y del Misterio, se aproxima..." H.G. Wells

Narraciones de aquí, de allá y de acullá..

Para leerlas en compañia de un café, en éstos tiempos de entrada del Otoño, cuando ya se empiezan a sentir las llegadas de los primeros frentes fríos de la temporada, al desierto chihuahuense; cambios bruscos de temperaturas que, como cada año, presaguian crudos y helados inviernos por venir. 

Vamos galopando a toda velocidad hacia el Fin del Año 2023...

Que disfruten el leer éstas historias, tanto como yo disfruto cuando las escribo:



Terror de Millennials:
"-Ésta casa que dices haber adquirido, jovencita, es mía. Obviamente la compraste de manera por demás fraudulenta... jovencita..."
"-¡Pero usté ya está muerta...! ¡Acéptelo doña...! Usted es un fantasma que vaga eternamente por las habitaciones..."
"-¡Pero de qué hablas, jovencita...! ¡A qué viene todo éste... teatro, no entiendo...!"
"-¡Hablo, doña, de que sus sobrinos la asesinaron y así pudieron venderme la propiedad...! ¡Así que saque de inmediato su espectral trasero de mi casa!"
"-¡Qué dices de mis sobrinos! ¿Que mis sobrinos me hicieron qué cosa...?"
"-¡Pos que ellos la asesinaron el día Viernes de ésta semana, doña...!"
"-Hoy es... Juevesjovencita..."
"-¡Ah caray!... ¡Ah pos perdón...! Entonces regresaré en un par de días, doña..."


Pediatra:
Como Pediatra, a menudo pruebo mi estetoscopio en la muñeca de trapo que tengo en una repisa, para tranquilizar a mis pacientes más pequeños. Hoy, por primera vez, escuché un latido...


Zombis post modernos:
"-Mamá: ¿Son ésos Zombis...?"
"-No pequeña. Sólo están muy abstraídos en sus teléfonos celulares..."
"-¿Como Papá...?"
"-Así es pequeña... Igual que Papá todas las tardes en casa..."
"-¿Papá es uno de ésos, un Zombi...?"
"-No hija, sólo pasa demasiado tiempo pegado a su teléfono celular..."
"-Y si dices que Papá no es uno de ésos... Zombis, ¿Para qué traémos ésta pistola...?"
"-¡Ah!... Porque Papá ha estado demasiado tiempo en su teléfono celular, intercambiando mensajes con otra mujer. Y hoy vamos a darle una sorpresa. Mira... éste es el Motel donde se citaron..."


Talla XXL:
"-Mira, mujer, tengo una bolsa llena de ropa que ya no uso, para donarla..."
"-Ya la vi, gordo; mejor tírala a la basura, gordo... así es más fácil, gordo..."
"-Pero, he visto gente que muere de hambre, y no tienen ni ropa que ponerse..."
"-Vé ésto Gordo, mira: si a alguien le queda tu ropa, entonces no se está muriendo de hambre... por favor..."


Anestesia extra:
El Dentista sonrió tetricamente mientras le inyectaba más anestesia en sus encías...
"-A ver, ahora cuéntame..." -Le dijo calmadamente y acercando mucho su cara a su ya casi inmobilizado rostro-
"-Cuéntame, antes de que haga el efecto desagradable la sobre dosis de anestesia... ¿Por qué te acostastes con mi esposa...?"


El hombre extraño:
Otra vez mi Madre soltó ese alarido tan espeluznante, que a diario me arañaba mis entrañas, cuando vió que un hombre desconocido para ella, entró a su habitación y se dirigía a donde estaba ella, acurrucada en un rincón, asustada, aterrorizada, como todas las tardes.
Era yo ese hombre desconocido, que con lágimas en mis ojos, me daba cuenta de lo mucho que había empeorado su Alzheimer...




El Verdugo:
Cuenta la leyenda de aquel Verdugo del Emperador que, debido a que el ejército invencible había capturado a demasiados prisioneros rebeldes de las fronteras en disputa, El Ejecutor se estaba convirtiendo en un experto en su macabro arte. Era ya un especialista en los ajusticiamientos y eso le agradaba a El Emperador.
Sin embargo, El Verdugo tenía una secreta aspiración. Él quería tal perfección en las decapitaciones, que la cabeza humana quedara sobre el cuello de la víctima, posada sobre él, sin que el ejecutado advirtiera que la cabeza le había sido cercenada, y sólo al inclinar la cabeza, ésta se desprendería de su cuerpo y al caer, caería también el cuerpo completo al fin sin vida.
Así que El Verdugo practicó aquello con su filosa espada.
Practicó y practicó. Hasta que una tarde, al tercer condenado, lo decapitó con tal perfección, que el convicto continuó subiendo los últimos escalones del cadalso y, cuando estuvo al fin arriba, la víctima le dijo, molesto:
"-¿Por qué prolongas mi agonía...? Con los otros dos fuistes muy rápido y eficiente en tu labor."
El Verdugo dibujó una gran sonrisa bajo su capucha negra; nadie en la multitud de mirones vió ese gesto de auto satisfacción; pero El Verdugo, orgulloso por su logro, serenamente le dijo:
"-¡Muy bien noble hombre, incline su cabeza por favor...!"
La víctima al agacharse, desprendió la cabeza de su cuerpo, ante el asombro del populacho, que no tenía una eplicación para lo que acababan de ver...


Suicida en el barandal del puente:
Despues de mucho batallar, de mucho intentarlo, ya que aún no entendía bien como manejar el estado físico en el que actualmente yo me encontraba, logré por fin tocar con mi fría mano el hombro del tipo aquel, lo que lo obligó a saltar al vacío desde el barandal de la orilla; a pesar del inútil ruego de los policías que querían evitarlo, al igual a como yo lo hice hace muchos años en éste mismo puente...


Ahora van aquí unas historias que nos platicó un anciano, tío de un amigo, en San Juanito, frente a una hoguera en una noche de Luna Llena, hace ya muchos años...

Señora Muerte:
Cuenta el tío de Miguel, allá en San Juanito, Chihuahua:
"-Yo fui capataz de una haciendita en una lejana zona del bosque. Una mañana, temprano, vino a mí un trabajador del campo y con una cara más que angustiada, me suplicó:
"-¡Patrón, patrón!... ¡Sálveme, sálveme, por favor sálveme...!"
"-¡Pero qué te pasa Ulogio...! ¿Por qué vienes tan alterado...?"
"-¡Patrón!... al anochecer me encontré a la Señora Muerte cerca del camino que conduce a mi casa, y ¡Me hizo un gesto de amenaza!... Lo platiqué con la Pilar, mi mujer, y quiero irme para la capital lo antes posible...¡Sálveme Patrón, sálveme...!"
Viendo el terror y la angustia del peón, le preparé un caballo, le dí despensa y algo de dinero y lo acompañé hasta el Camino Real que lleva a San Juanito, y de allí en camión para estar al anochecer en la capital...
De regreso, pasé por el sendero donde mi trabajador la vió... y, entonces, yo la ví... allí estaba, montando un caballo negro, rondando la encrucijada de los caminos... 
Armándome de valor, le pregunté, tratando de parecer que no le tenía miedo:
"-Señora Muerte, ¿Por qué le hicistes un gesto de amenaza a mi trabajador...?"
"-No fue un gesto de amenaza, buen hombre, fué más bien un gesto de sorpresa..." -Me dijo con su cavernosa pero femenina voz-. 
"-Pero pues, igual lo asusastes de muert... digo, lo alterastes mucho, un mucho..."
"-No era mi intensión buen hombre, yo no amenazo a nadie, no es mi costumbre; lo que pasó es que me sorprendió que estuviera tan lejos de la capital, que es adonde debo tomarlo hoy por la noche..."



Parto en Luna Llena:
La mujer que hacía las labores de "Partera" en las rancherías alejadas, me platicó una vez que fué requerida para un parto dificil, una noche de Luna Llena. 
La muchacha que estaba por "aliviarse" era "una chica de ciudad" que había arribado a esa lejana ranchería, siguiendo al marido, mucho mayor que ella, un hombretón enorme y rudo, que no estaba al momento del parto. 
La mujer "Partera" y su discípula (siempre hay una "Partera" y su ayudante o discípula) estuvieron batallando con las labores de parto de aquella muchachita, pues la "Partera" creía que el bebé venía desacomodado o que estaba muy grande. 
Hasta que por fin, luego de mucho sufrimiento, pudieron dar a luz al bebé aquel
Ambas mujeres se quedaron muy asustadas mirando al recién nacido, cubierto completamente de aquel grueso pelo grisaceo en todo su cuerpecito y en su carita, sólo las palmas de las manitas y las plantas de sus piececitos estaban excentos de ese pelo largo y sedoso.
Al mirarlo, luego del enorme esfuerzo de sacarlo de su cuerpo, la muchacha lanzó un alarido, pues comprendió el porqué de la ausencia de su marido todas las noches de Luna Llena...



La niña y la Muerte:
Platicaba el tío de Miguelito que ésta narración se la contaron, como si fuera la verdadera historia de la doctora de la comunidad, a quien, por desgracia, yo pudimos conocer porque andaba atendiendo pacientes en unas lejanas rancherías. 
Resulta que una tarde de Otoño, La Muerte iba cabalgando tranquilamente por una vereda, y en eso que se encontró con una niñita (presumiblemente, la doctora de la comarca).
La niñita primero admiró el hermoso caballo que La Muerte montaba. Se acercó luego lentamente al jinete y a la cabalgadura y les preguntó, preocupada:
"-¿También ustedes están perdidos en este bosque...?"
La Muerte empezó entonces a hilar los acontecimientos. Le respondió:
"-Pues sí, niñita. ¿Conoces tú el camino de regreso a tu casa...?"
La niña bajó la mirada y respondió:
"-No, estoy perdida y pues tenía mucho miedo, pero ahora ya no me siento sola y ya no tengo miedo porque ustedes me acompañan. Además, si tú me quisieras llevar, pues ya me hubieras llevado..."
Sorprendida, La Muerte le preguntó:
"-¿No me temes entonces, sabiendo quien soy yo...?"
Tranquilamente la niñita respondió:
"-Si venías a por mí, está bien... pero sólo quiero pedirte un favor..."
"-Y... ¿Cuál favor sería ese...?" -Contestó La Muerte, quien veía que ahora los acontecimientos tomaban otro derrotero-.
"-¡Por favor, Señora Muerte, salva a mi Madre! Ella está ardiendo por la fiebre. Yo salí a buscar más de ésta hierba medicinal para que, con su té, se le baje su fiebre y podamos ir a la clínica a San Juanito. Pero me distraje buscandola y ahora no encuentro la vereda de regreso. Lo que más me preocupa es que si yo no vuelvo, mi Madre moriría de fiebre o de tristeza, pues las dos vivimos solas, desde que mi Padre nos dejó para ir a buscar trabajo a la capital..."
La Muerte como pocas veces antes, sintió la tristeza y la pena de la soledad y el abandono de la gente en esas comunidades tan alejadas y perdidas en esos densos bosques de la Sierra Tarahumara. Comprendió que la salud de la Madre habría resentido la dura vida de mantener sola la casa y la crianza de la niña aún pequeña.
La Muerte subió a la niñita a su espléndida cabalgadura y emprendieron el camino correcto a casa.
Antes de salir del bosque, y ya con la casa a la vista, el caballo se detuvo...
"-¿Qué pasa Señora...? ¿Por qué no me llevas hasta la casa adónde mi Madre nos espera...?"
La Muerte bajó a la niñita al piso al inicio de la vereda a casa, y le dijo:
"-Ni tú ni tu Madre vendrán hoy conmigo. Anda y ve a cuidarla y a su debido tiempo, volveré, pero eso no será ni hoy ni mañana, será quizá en un largo largo tiempo..."
La niñita acarició el cuello del hermoso caballo y dijo, con su mirada extrañada pero con un gesto de agradecimiento:
"-Gracias Señora... entonces, luego de un largo largo tiempo, te estaremos esperando felices, porque sabremos las dos que no eres ni mala ni cruel; sólo eres justa y oportuna..."
La Muerte entonces arreó a su cabalgadura, se dió la vuelta y se alejó con tranquilidad, perdiéndose en la verde oscuridad del bosque, que ya no parecía ni tenebroso ni amenazante como antes.
Esa tarde, la niñita aprendió algo más de La Vida, y de La Muerte, su eterna hermana gemela...


Ahora para aligerar un poco el lúgubre ambiente de la época, unos cuantos cuentecillos humorísticos de l a mismo temática:

Regiomontanos en el lecho de muerte del patriarca familiar, quien nombra uno a uno a los asistentes a su agonizante estado: su esposa, sus hijos, todos van contestando solemnemente uno a uno: 
"-¡Aquí estamos, Señor...!"
Con un último y desfalleciente aliento, les grita el Don Regio:
"-¡Si todos están aquí...! ¿Quién entonces está cuidando el negocio...?"

La rubia señora le pregunta al médico, a la salida de la sala de operaciones:
"-¡Doctor, doctor...! ¿Cómo está mi marido...?"
"-Señora, lamentablemente lo hemos perdido..."
"-¡No diga tonterías doctor, si de aquí le puedo ver los piesotes por debajo de la sábana...!"

Un terrible accidente aéreo ha ocurrido en tierras gallegas en medio de una feroz tormenta. Una avioneta Cessna se estrelló en el cementerio de la ciudad. Al momento se han recuperado 150 cuerpos muertos, pero se espera que la cifra se incremente cuando mejore el clima...

La esposa del empresario regio falleció. El viudo fue al periódico a preguntar el precio de publicar una esquela, y al empresario se le hizo muy cara.
El empleado le dijo el precio del paquete más barato. El empresario le indicó: "-Pon pues solo lo siguiente: "Eulogia murió". El empleado le dijo que ese paquete permitía publicar hasta 6 palabras.
"-Entonces escribe: "Eulogia Falleció, Su camioneta en venta..."

Exorcista: "-Estoy aquí para exorcizar, para sacarte al demonio que te posee..."
Vístima: "-Perdona, pero yo no te llamé..."
Demonio: "-De hecho fuí yo... yo te llamé y me urge... yo no entiendo como me vine a meter en este desastre de persona..."

Dos compadres, futboleros de corazón, acuerdan a que el que muera primero, le avisará al otro si hay equipo de futbol allá a donde lleguen. 
Unos años después, fallece uno de los compadres. Al día siguiente se le aparece a su compadre y le dice:
"-¡Compadre...! Te tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena es que sí hay un equipo de futbol acá en el cielo. La mala es que tú debutas mañana en ese equipo..."

Un amigo me platicó que él compró por error dos libros usados de "El Exorcista" de William Peter Blatty. 
Se le ocurrió que se lo iba a recomendar a su "Suegris" y la convenció de que lo empezara a leer. 
La doña llevaba apenas medio libro, cuando ya no quiso leerlo y dijo pestes del contenido literario. 
Una vez que andaban de paseo por el lago de la presa local, la doña tomó el libro y lo arrojó muy lejos al agua, y le dijo al yerno que no le recomentara más literatura diabólica como esa.
Mi amigo entonces recordó que tenía el otro libro en casa; lo mojó y lo ensució de lodo y hierbas malas y se lo dejó al tercer día en el buró de la recámara de la "Suegris"... 
"-Desde ese día la doña ya no ha estado bien de la cabeza..." -Comentó mi amigo con una chueca y fea sonrisa maquiabélica...-.

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