Corona virus COVID-19 en Marzo 2020. ¡Uff!
Pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 o "Síndrome Respiratorio Agudo Grave", que enfermó primeramente a los trabajadores de los mercados populares de la ciudad china de Wuhan, donde se comercializan animales vivos para el consumo de los habitantes de la China Central. Animales para la cocina tradicional china como: aves exóticas, visones, avestruces, hámsteres, tortugas, serpientes, lagartos, murciélagos, pangolines; éstos dos últimos son los principales sospechosos del contagio a humanos, porque la similitud genética del virus Bat-CoV-ZC45 del murciélago es del 89 % y de comer sopa de murciélago o de pangolín, se piensa fue el primer contagio a los humanos.
Italia, uno de los países más castigados por el contagio, reporta ya 10,776 fallecidos y 73,880 casos activos de COVID-19; esperemos no acercarnos a esa estadística en nuestro país, tan pésimamente gobernado por la transformación de cuarta de AMLO.
Mejor vamos a leer algunos relatos, de aquí, de allá y de acullá, ahora que debemos estar en casa mucho tiempo, obligadamente. Pero primero les paso lo qué tengo justo ahora para leer, en libros físicos y en e-books:
Relatos a Dos Manos: H. P. Lovecraft: Algunos de los relatos más fascinantes de H. P. Lovecraft fueron escritos por el icónico autor durante el tiempo en el cual se vió obligado, debido a la estrechez económica, a escribir texto en colaboración y muchas veces como "escritor fantasma" para otros colegas y personajes famosos.
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| mi camiseta preferida... |
Majestic: Whitley Strieber (e-pub): Relato novelado mitad ficción, mitad realidad del acontecimiento llamado "incidente Roswell"; la caída de un OVNI en Julio de 1947.
Vincent Van Gogh: Editorial Muy Interesante: Biografía profusamente ilustrada de la vida y obra de uno de mis artistas gráficos favoritos. Por cierto hoy 30 de marzo, es el aniversario de su nacimiento, nació hace 167 años y, curiosamente, es éstos días una de sus obras: "Jardín Primaveral" fue robada de un museo en Holanda, que estaba cerrado por la Cuarentena.
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| Jardín Primaveral de 1884 |
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| Una mente necesita libros como una espada necesita una piedra de afilar... |
Catón. Teologías Para Ateos: Armando Fuentes Aguirre: Pensamientos y sentimientos en torno de los misterios que a los hombres han inquietado siempre: Dios, la eternidad, el alma, lo que hay más allá de la muerte. Al estilo muy particular de narrar del autor saltillense que yo a menudo transcribo en este blog.
Éstos son los primeros cinco títulos que tengo en mi lista de libros inmediata... luego les anoto otros más que están en la lista de espera. Como adelanto: La serie de siete novelas de The Witcher del brujo Geralt de Rivia del escritor polaco Andrzej Sapkowski, serie que está disponible en la Netflix.
Pero bueno, ahora, orden para llevar de algunos relatos cortos para hacer un poco más llevaderos los momentos incómodos durante éste retiro obligado, llamado "Cuarentena por el Coronavirus" que esperemos pase lo más pronto posible y con el menor daño a nuestra sociedad mexicana, latino americana, mundial...
Todos los días iba la lechera al mercado con su cántaro. Y cada tercer día el cántaro se le quebraba.
Éso regocijaba mucho al fabulista, pues seguido podía escribir una fábula moral acerca de los ilusos y soñadores.
El fabulista escribió que la lechera quería vender la leche para comprar gallinas, que le darían muchos pollitos que luego vendería para para comprar una ternera, que le daría varias vacas que luego vendería para comprar una granja y así poder hallar pronto un buen marido.
Pero la verdad es que la lechera no pensaba nada de eso.
Ella rompía su cántaro adrede, porque el vendedor de cántaros era joven y apuesto, además de estar bien acomodado económicamente. Así que a fuerza de verla tan seguido, el joven y apuesto cantarero se enamoró de la joven y bella lechera, y pronto se casó con ella.
Las mujeres son más inteligentes que los hombres. Y mucho más inteligentes que los fabulistas...
Hay un tipo de Ruiseñor que cree que va a morir cada vez que llega el ocaso, el atardecer, el anochecer, sea en la Primavera, sea en el Verano, Otoño o en el Invierno.
Y entonces, cuando sale el Sol cada mañana de su existencia, cada amanecer de su vida, canta lo más hermoso que puede, dichoso de tener un día más de vida, de ésta vida...
"-Ninguno de ustedes lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí con ustedes... Ustedes están encerrados aquí conmigo..."
Y continúa:
"-Ésto me recuerda a un chiste:
Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy sólo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto.
El doctor le responde: El tratamiento es sencillo. El Gran Payaso Pacliacci se encuentra ésta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Éso lo animará.
El hombre se echa a llorar. Y dice:
Pero doctor... yo soy Pacliacci...
Es un buen chiste. Todo el mundo se ríe, suena un redoble y cae el telón..."
Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza.
Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El Gato, sólo el Gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina sólo y sabe lo que quiere.
El Hombre quiere ser pescado y pájaro; la serpiente quisiera tener alas; el perro es un león desorientado; el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar a la mosca.
Pero el Gato quiere ser sólo Gato. Y todo Gato es Gato desde el bigote a la cola, desde el presentimiento a la rata viva, desde la noche hasta sus ojos de Oro..."
No hay unidad como él, no tienen la luna ni la flor tal contextura: es una sola cosa como el sol o el topacio, y la elástica línea en su contorno firme y sutil es como la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño emperador sin orbe, conquistador sin patria, mínimo tigre de salón, nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas, el viento del amor en la intemperie, reclamas
cuando pasas y posas cuatro pies delicados en el suelo, oliendo, desconfiando de todo lo terrestre, porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche, perezoso, gimnástico y ajeno, profundísimo Gato, policía secreta de las habitaciones, insignia de un desaparecido terciopelo, seguramente no hay enigma en tu manera, tal vez no eres misterio, todo el mundo te sabe y perteneces al habitante menos misterioso, tal vez todos lo creen, todos se creen dueños, propietarios, tíos de Gatos, compañeros, colegas, discípulos o amigos de su Gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago, el mar y la ciudad incalculable, la botánica, el gineceo con sus extravíos, el por y el menos de la matemática, los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo, la bondad ignorada del bombero, el atavismo azul del sacerdote, pero no puedo descifrar un Gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia, sus ojos tienen números de oro.
Había una vez un hombre que soñaba con salvar al mundo, soñaba con vestir y alimentar a los pobres y necesitados, soñaba con calentar los hogares donde la gente sufría de frío.
Y un día se casó con una mujer que al principio creía en todos esos sueños.
...Pero las cosas no resultaron como él creía, pues aquella mujer quería que primero su hombre la alimentara a élla y a los hijos de ambos, que calentara primero la casa de su familia, que ganara dinero al menos, para darles ropa... y luego ya después que fuera a salvar los mundos que él quisiera...
Frente al escaparate de la agencia de viajes, el ancianito y la ancianita, ambos de aspecto muy humilde, miraban con ojos extasiados el cartel que anunciaba un crucero por el Caribe.
Los miró desde su escritorio el dueño y de la agencia y se conmovió profundamente.
los hizo pasar a su oficina y les dijo, emocionado:
"-No pude menos que advertir la ilusión con que miraban el anuncio del crucero. Me recuerdan a mis padres de extracción también humilde, no hace mucho fallecidos ambos. En su amorosa memoria quiero que me permitan obsequiarles dos boletos para ese crucero por el Caribe, con todos los gastos pagados..."
En efecto, aquellos viejecitos hicieron el viaje en el crucero por el Caribe.
A su regreso, la ancianita fue a la agencia y le dió las gracias al generoso dueño:
"-El crucero estuvo muy lindo y todo, pero dígame buen hombre..." -le preguntó, intrigada- "¿Quién carajos es el viejillo aquel con el que tuve que compartir el camarote? Ni me dirigió la palabra en todo el viaje..."
El pescador tenía dos amores en su vida: su mujer y su barca, su barca y su mujer.
Cuando estaba con su mujer, pensaba en su barca, y cuando estaba en su barca, pensaba en su mujer.
A su barca le puso el nombre de su mujer. Él mismo lo pintó con grandes letras en los francos de la proa de su querida barca: "SOFÍA"... pero:
En una noche de tormenta aquel pescador perdió su barca, hundida entre las grandes olas, rota contra las enormes rocas. Y luego en otra tempestad de la vida, perdió poco tiempo después a su mujer, muerta en la flor de su vida.
Sus antiguos compañeros de la mar y de la vida le daban unas monedas para que bebiera. Sólo bebía siempre, y casi nunca comía; se embriagaba siempre para olvidar las turbulentas tempestades de su vida, bebía hasta cubrirlas bajo el manto vaporoso de la inconsciencia... Pero aquel pescador no olvidaba nada: la borrachera le traía siempre el recuerdo de su amada "SOFÍA" su mujer, y de su querida "SOFÍA" su barca.
Ahora el pescador está en el muelle. Amanece y en los primeros rayos del sol, el pescador mira a una barca que se acerca a él, flotando apenas a unos centímetros sobre el agua de la mar hoy en silenciosa calma, una barca de contornos tenues de un esquivo color sepia, semi cubierta por una gris nubosidad.
El pescador entorna los ojos tratando de salir de la borrosa bruma que le provoca la borrachera de la noche pasada y la inanición de muchos días; apenas alcanza a descubrir, conforme se acerca la barca a la orilla, unas letras pintadas a los costados de la barca... "SOFÍ..." deletrea, empieza a leerlo, levanta la vista, y en la barca viene una mujer que lo llama, quedamente, como entre sueños, estirando los pálidos brazos... El pescador emboza una sonrisa muy leve, y letra a letra dice: "SOFÍA"...
