martes, 30 de julio de 2019

Antiguas prácticas que extraño... Mi Tía Chayo

Mi Tía Chayo (Rosario de la Rosa González se llamaba) era la hermana de mi Madre y era toda una experta en "Herbolaria", que por cierto, es una palabra que no recuerdo que alguien usara en aquellos entonces. 
Élla sólo sabía el casi ya olvidado arte de curar muchas de las enfermedades caseras con sus famosos remedios y tés, infusiones, bebidas o brebajes, hechas con todas las hierbas conocidas posibles. 
Desconozco (obvio desconozco muchas cosas) cómo adquirió ella ése tan valioso conocimiento, porque cuando éramos niños y algunos de los numerosos chamacos vagos del barrio, parientes o no, teníamos algún malestar, dolencia o enfermedad, acudíamos a ella o lo hacían nuestras madres; y recuerdo que así se nos curaban cosas tan feas como, digamos:
Diarreas: con té de jengibre con manzanilla.
Infecciones en la garganta e inflamaciones de las anginas: con gárgaras de vinagre de manzana y té de hojas de gordolobo.
Fiebres y los resfriados: con vaporizaciones y tés de hojas eucalipto, con una frotada de vicks en pecho y espalda.
Dolores de panza, y cólicos: con tés de yerbabuena, de anís estrella, con una cucharadita de bismuto o té hecho con cáscaras de aguacate.
Dolores de cabeza y migrañas: con tés de hojas de menta o de eucalipto. 
Dolores de espalda, o de dientes y muelas, o de oídos: bebidas hechas con clavos de olor, o cebolla o ajo machacados y disueltos en algún aceite.
Los cólicos, las indigestiones y las agruras y nos curaba la molesta tos, las infecciones de los ojos, las heridas infectadas de la piel, las manos partidas y agrietadas por jugar con la tierra; ella sabía como tratarnos las magulladuras de los golpes de la vagancia, las desparasitaciones por los bichos adquiridos por comer tanta porquería en los puestos callejeros, nos daba remedios y preparaciones para eliminar a esos insectos molestos contagiados en las insalubres escuelas de entonces (esos contagios siguen ocurriendo aún hoy en día); sabía como preparar soluciones (con agua hervida con sal y alguna hierba que no recuerdo) para combatir las comunes insolaciones, los ojos irritados y las "perrillas" (con té frío de la maravillosa y universal Manzanilla), los fuegos en los labios, nos curaba los incómodos estreñimientos y hasta las faltas de apetito (raros en aquel tiempo, por cierto) y aunque en ese entonces nadie padecía de las modernas "alergias a ésto" y las "intolerancias a aquello", tan de moda actualmente, si las hubiera habido en aquel tiempo, mi Tía Chayo hubiera tenido el remedio para curarnoslas; y bien podía quitar otras dolencias como: los insomnios y las ansiedades de los mayores, y los dolores de riñón (los famosos males de la orina) de los señores con bebida de "pelos de elote" y los llantos excesivos de los pequeños y hasta para tratar las picaduras de los insectos ponzoñosos.

Para muchas, muchas dolencias y malestares tenía mi Tía Chayo remedios que casi siempre curaban Cuerpo y Alma
Y conservó ese conocimiento casi misteriosamente enciclopédico hasta su edad avanzada, en su prodigiosa memoria, donde permanecían frescas y a la mano para ofrecerlos a quienes los necesitaran, hasta el día que inevitablemente mi Tía Chayo se nos adelantó en el camino.

Ya luego que fui creciendo y las relaciones sociales se ampliaron, me dí cuenta y supe que, casi sin falta, la mayoría de las familias de mis amigos y conocidos, tenían a un familiar que hacía las veces de mi querida Tía Chayo

Cómo nos hacen falta todas esas Tías Chayos en éstos tiempos actuales.
¿Dónde quedó todo ese saber, ese conocimiento tan simplemente extraordinario?
Nunca va el moderno Google siquiera a acercarse a igualar a toda esa sabiduría adquirida durante toda una vida hogareña, diáfana, familiar, que antes estaba tan presente en todas las tías Chayo de aquellos tempos que apenas hace muy poco se han ido.
Hoy día con los apuros de la vida cotidiana es imposible adquirir esos saberes de preparar las variadas hierbas hervidas, los tés, las compresas, los chiquiadores (esas hojitas verdes remojadas o semi masticadas que las viejitas se ponían en las sienes para mantener alejadas a las migrañas), los ungüentos, los menjurjes y los linimentos caseros. 
Desgraciadamente son conocimientos que se están perdiendo, como muchos otros saberes de las Antiguas Prácticas que Extraño.

¿Cómo me acordé de mi Tía Chayo?
Resulta que estaba acomodando unos libros y me encontré con el de pastas rojas de la foto de arriba de esta publicación, un libro viejo de Editorial Bruguera "Lo Mejor de la Ciencia Ficción Rusa" Recopilación de Jacques Bergier; bueno, aunque ahora que lo pienso, no era un viejo libro, porque los libros no envejecen como los humanos, solo se desgastan... mmmh como los humanos, o permanecen mucho tiempo por allí solos y se deterioran... mmmh como los humanos, o los usamos alguna vez y luego los olvidamos en algún rincón...sí, mmmh como los humanos, y luego un día los encontramos de nuevo y los releemos  y nos resultan otra vez maravillosos... mmmh, sí, como los humanos, y es entonces cuando... perdón, miro que ya me aparté de mi relato, como me ocurre siempre, ahora la retomo...
Y pues hojeando ese libro rojo, vi lo que anoté a pluma hace muchos años, lo que me dijo mi Tía Chayo que comprara para aliviarle a alguien (a quien ya no recuerdo) la Diarrea y la inflamación de la garganta y así es como me acordé de mi querida Tía Chayo.

También recordé, por cierto, que mi muy querida Tía Chayo nunca creyó que el hombre haya pisado la Luna, siempre decía que eran puras mentiras de los gringos para engañar y mantener dominado a todo el mundo; coincidentemente, en este mes de Julio del 2019, se cumplen 50 años de que (según los gringos) el Apolo 11 llegó a la Luna y Neil Armstrong la pisó por primera vez, fue otra manera de recordar a mi querida Tía Chayo... 
La controversia sobre si se pisó o no la Luna, está muy de moda hoy en día y se trata ese caso como "Teoría de la Conspiración" en muchas redes sociales del internet con cientos de evidencias en pro y en contra... ¿Tendría la razón mi Tía Chayo?... Tú que opinas...

Pero en fin, Linda Cosa lo de la "Herbolaria" y así, citando a Don Armando Fuentes Aguirre "Catón", de quien soy uno de sus cuatro lectores:
"Esta sencilla planta tiene nombre musical, se llama Garambullo.
Crece en las faldas de la loma, y en los primeros días del verano da una flor de un suave color lila. Las mujeres buscan sus hojas y con ellas hacen un té que hace bajar la fiebre.
Yo miro la pincelada de color que el Garambullo pone en el ocre del lomerío, y me parece que sus flores son un asomo de sonrisa en el adusto rostro del paisaje sin lluvia. Aún en la pesadumbre del secano la naturaleza se las arregla para sonreír.
Busco en un libro -¡tantas cosas se encuentran en los libros!- el nombre que en ciencia tiene esta sencilla planta, y aprendo que se llama "Rosa Montezumae". Rosa de Moctezuma.
Ahora también sonrío yo: en el adusto rostro de la ciencia he encontrado un asomo de poesía.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario