sábado, 10 de marzo de 2018

ViveBús: ¿Tiene o tuvo realmente algo bueno?

Revista VAIVÉN

Ya había platicado aquí que mi amigo Fredo, el Taxista, alguna vez trabajó como chofer del ViveBus y que me decía, muy convencido, que no todo estaba mal en ese ultra modernista sistema de acarreo de personas, y que (según él) tenía también cosas muy buenas. Yo meneando la cabeza le platiqué varias de mis desventuras en ese medio de transporte colectivo, corriente, pestilente y popular.

Como la vez que vi (yo y la mitad del pasaje) que el desgraciado chofer bien pudo frenar fácilmente para evitar chocar con el carro de la señora que se atravesó en el crucero de Vallarta y Zaragoza y simplemente no lo hizo porque sabía que tenía todas las de ganar, y la señora todas las de perder, y que al rato la policía no me llevó porque el pasaje no dijo quién golpeó al chofirete.

O cuando le dije a la seño que cobra en efectivo en la entrada, cobraban 7 pesotes: "Seño: Tenga doce pesos para que me regrese una moneda de cinco y no traer tanto cambio en el bolsillo". Y se me queda viendo y luego consulta una hoja donde tiene anotado: "1= 7, 2= 14, 3= 21, 4= 27 --> 28, 5= 35" y así, casi arruga la mentada hoja de los nervios y le grita al señor de la limpieza: "¡Chaguito!, ¡Cha-gui-to!, ¡Venga rápido, venga!", y me mira con los ojos casi viscos y la ceja casi una sola ceja y me dice: "Es que soy nueva, Joven, je-je-jí, je-je-jí..." y el tal Chaguito le grita desde el fondo, abrazado al trapeador y fumando algo apestoso: "¡Ester Pos estoy ocupado Ester!... ¡Ester Qué Ch%$&"#2 quieres Ester!... Y yo veo que ya viene el camión y le digo: "Ya mejor olvídelo seño, tenga 10" y me regresa tres y le doy las otras dos monedas de a peso y le digo: "Ahora si deme por favor esa moneda de cinco para no traer tanto cambio"... A la seño se le iluminan los ojos, mira mis monedas, las cuenta, me dá una moneda de cinco y feliz de la vida por su gran descubrimiento del misterio matemático divino me grita: "¡Ah Joven, Joven!... ¡Así era je-je-jí, je-je-jí!..." Y yo triste me quedo viendo como se están oxidando las máquinas electrónicas de cobro por tarjeta que tanto alabó nuestro querido Gober César Duarte, y que nos costaron millones de pesos a nosotros, no a él, hasta que yo ya reacciono y salgo corriendo a alcanzar a subirme al Glorioso ViveBus.

Pero veo que como siempre, me estoy apartando del relato, ahora lo retomo...
Pues resulta que mi amigo Fredo me dice, luego de todo lo que le platiqué: "¡No, no, no mi Artu, no!... Hay una cosa que olvidas mi Artu (y me extraña de tí) de lo bueno del ViveBus; ¿Qué no recuerdas la 'revistita' que regalaban al inicio de este gran fraude duartista llamado ViveBus? ¿La recuerdas, eh? ¿Eh, eh?... ¿La recuerdas, eh? ¿Recuerdas la 'revistita' que regalaban, eh?"

Y entonces... claro que la recuerdo, la 'revistita'... Y yo puse la misma cara que puso la seño cuando ese día aprendió 'Altas Matemáticas Maquileras'... 

"La Revista Vaivén, lectura de ida y vuelta", es cierto, no todo estaba mal en ese ultra modernista sistema del ViveBus. Esa Revista Vaivén era la maravilla, yo me quedé con pocas, traían fragmentos literarios, pequeñas muestras de grandes letras, historias cortas, ilustraciones de artistas gráficos chihuahuenses, cuentos breves. Como cuando todo en el Gobierno era color de rosa (morado mas bien), en la revista Año 1, número 2. Septiembre de 2013 se lee: 

Editorial:
Gracias por confiar en ViveBus para tus traslados en la ciudad. Juntos, todos los chihuahuenses hemos demostrado que somos una sociedad innovadora y participativa, deseosa de seguir su camino hacia el futuro. Y porque una sociedad progresista es también una sociedad cercana a la cultura, disfruta de Vaivén, lectura de ida y vuelta en tus tiempos de espera en las estaciones y durante tus traslados. Seamos parte de este viaje que Chihuahua ha emprendido y cuyo destino es un mejor mañana para todos.
César Duarte Jáquez
Gobernador Constitucional del Estado de Chihuahua

A fin de cuentas, desgraciadamente no fué como el Gober lo presagiaba en esos tiempos, pero la revista traía: "Literatura breve para leer a sorbitos mientras esperas tu transporte, cuando vas en él o para cuando llegues a casa." Además en su sección "Ex Profeso" aceptaban colaboraciones.

He aquí algunos sustanciosos ejemplos de los contenidos; empezando por dos relatos que mandé para su publicación, pero que ya no alcanzaron a salir porque esa buena revista simplemente desapareció, junto con esa probadita de modernidad que el Gober Duarte tanto nos prometió y (como muchas otras cosas) no cumplió:

Terror, pero ocurre en la realidad... Artu López de la Rosa:
Me estaba quedando dormido en el sofá viendo televisión; mi mano colgada cerca del piso. Sentí que mi linda gatita gris atigrada la tocó con su patita y comenzó a lamerla con su lengua áspera como lija, a veces lo hace. Dí vuelta y ví que mi linda gatita estaba dormida cerca de mis pies. Me quedé paralizado por el terror. Subí lentamente mi mano al sofá, todos los vellos de mi brazo estaban erizados, mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.  Horrorizado me armé de valor para mirar bajo el sofá. Y allí estaba acurrucado otro gato, uno grande, callejero, gris oscuro y de enormes ojos verde-amarillos. Miré hacia la puerta del patio y ví que ésta estaba semi abierta, por allí entró ese otro gato gris ceniza. Pero el ancestral temor infantil del monstruo debajo de la cama se realizó por un momento, un leve momento que a mí me pareció eterno...

La larga espera... Artu López de la Rosa:
Mi esposa tenía siete meses de embarazo. Nos citamos al anochecer en el centro de la ciudad para cenar en un pequeño restorán. Ella llegó antes que yo, era una noche calurosa y no había buena iluminación en ese sector, unos trabajadores estaban reparando algo y estaba medio oscuro. Aún así  ella consiguió una mesa en la calle e hizo el pedido para los dos. Cuando llegué me contó lo siguiente: 
"Estaba sentada a la mesa tranquilamente, la mesa era muy alta y mi panza del embarazo no se veía. Una linda niña de una mesa vecina se me acercó y me preguntó:" 
-Hola, ¿Estás esperando a alguien? 
-Si, estoy esperando a una niña, desde hace ya siete meses...
"Mi respuesta fue tan mecánica que ni siquiera tuve tiempo de pensarla. Cuando me dí cuenta de lo que dije, miré a la niña y vi que estaba mirándome aterrada, con los ojos como platos, la boca muy pero muy abierta en la mitad de una silenciosa exclamación, se quedó  en completo shock; hasta que vino su padre y se la llevó a la mesa vecina, no ha dejado de mirarme con el terror congelado en sus bellos ojos..."

Había una vez... Javier Quiroga:
Un apuesto joven llama a la puerta y le pide que se calce la más hermosa de las zapatillas. En cuanto observa que ésta se ajusta al pie perfectamente, la toma del brazo al mismo tiempo que le dice: -Queda usted arrestada, esta zapatilla fue hallada en la escena del crimen.

La punta de la madeja... Gustavo Gasso:
Cuando ella descubrió su primera cana quiso arrancarla de un tirón, pero como el odioso pelo blanco se prolongaba, jaló y jaló, mientras su cuerpo de destejía, hasta que sólo quedó una niña llorando asustada.

De magos... Jean Cocteau:
En el circo, una madre imprudente permite que su hijo se preste a la experiencia de un mago chino. Lo mete en un cofre: está vacío. Vuelven a cerrar el cofre. Vuelven a abrirlo: el niño aparece y vuelve a su lugar. Pero ya no es el mismo niño. Nadie se lo imagina.

Diagnóstico... Adriana Ramírez Caballero:
Ella buscó en el diccionario:
Nostalgia.
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.
Entonces supo que no podía extrañar algo que no había tenido.

Lógica... Jean Cocteau:
Los padres de una de nuestras sobrinitas le anunciaron a ella que un ángel acababa de traerle un hermanito. "¿Quieres ver a tu hermanito?" -le preguntó su padre-; "No", -dice ella-, "Yo quiero ver al ángel"

Hablaba y hablaba... Max Aub:
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy  una mujer de mi casa.
Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba.
¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses.
Además hubiera sido capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar; se le reventaron las palabras por dentro.

Cuento de horror... Juan José Arreola:
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

Mientras muere la tarde... Ramón López Velarde:
Noble señora de provincia: unidos
en el viejo balcón que ve al poniente,
hablamos tristemente, largamente,
de dichas muertas y de tiempos idos.
De los rústicos tiestos florecidos
desprendo rosas para ornar tu frente,
y hay en los fresnos del jardín de enfrente
un escándalo de aves en los nidos.
El crepúsculo cae soñoliento,
y si con tus desdenes amortiguas
la llama de mi amor, yo me contento.
Con el hondo mirar de tus arcanos
ojos, mientras admiro las antiguas
joyas de las abuelas en tus manos.





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