lunes, 17 de diciembre de 2018

Venganza, un triste tema revisitado...


El otro día me encontré a un viejo amigo en conocido centro social (cantina, creo le dicen), y nos pusimos a platicar amenamente; así que me comentó que leyó mi relato sobre la "Venganza" que aquí mismo publiqué el mes pasado (pos dónde más...), y me preguntó si recordaba a "Carmencita", aquella muchachita que fue compañera nuestra cuando de jóvenes trabajábamos en "Medical Chihuahua". 
Que recién la había visto en su barrio, y platicando con élla supo que acababa de salir de prisión e intentaba reiniciar su vida.
¡Wow! ¡Qué cosa! ¡Qué recuerdos! ¡Qué cosas de la vida!...
Si me acordé, ambos recordamos que había sido encarcelada porque vengó a su padre.

El padre de "Carmencita" había sido asesinado en un tonto pleito de cantina; al falso calor del valor que da el alcohol, había agredido a un sujeto más fuerte y joven que él y, en defensa propia, el joven aquel había golpeado al señor, quien luego al ir tambaleante a su mesa en la cantina, se le vió caer mientras intentaba sacar de sus ropas una navaja de afeitar, que fué la que le hizo una profunda cortada en el cuello.
Así murió, con el cuello cortado y desangrándose por la herida, un chorro por cada latido del corazón. 
A ese joven no se le procesó porque todo fue, según la concebida investigación, en defensa propia.

Pero el mentado joven no pudo vivir tranquilo; el remordimiento le hizo ir al funeral de aquél pobre señor; allí se dió cuenta que el fallecido tenía una única hija y no tenía esposa, la mujer los había abandonado cuando la niña estaba muy chica, quizá por eso el hombre muerto había tomado esa vida de borrachera y de agresividad desmedida.
La joven era apenas un poco menor que él y supo que élla estaba en precaria necesidad económica; investigó que trabajaba en una oficina pero con un sueldo muy bajo pues no tenía escolaridad suficiente.
Entonces lo que hizo el joven fue irle a pedir perdón a esa jovencita desconocida por él.
Ella al principio no le abrió la puerta. 
Pero después élla algo pensó, el caso es que ante el escándalo de los conocidos del barrio, ella lo recibió y habló con él, y lo escuchó decir que él no tenía culpa, y luego se oyó a sí misma decirle que no era culpable. 
“-¿Me perdona?”. 
“-Sí”. 
Luego él regresó a los pocos días. “-Sé que no tiene a nadie, señorita, y que vivía más bien casi del trabajo de su padre. Me han dicho que ahora pasa necesidad. No quiero ofenderla más de lo que la he ofendido, pero-”. No terminó la frase. Antes de salir apresuradamente de la casa de la joven, como huyendo, dejó algo sobre la mesa. Eran unos billetes. La joven los guardó. 
Una semana después, al terminar la misa, el padre la llamó a la sacristía y le dijo: “Juan, ya sabes a cual Juan me refiero, quiere hablar contigo. Escúchalo y haz lo que tu corazón te diga”. 
Esa tarde el hombre que mató a su padre le pidió que se casara con él. “Quité hombre y ofrezco hombre”. 
Ella no necesitó consultar a nadie. Hizo lo que su corazón le dijo y aceptó el ofrecimiento. La boda fue casi en secreto, un sombrío atardecer, sin más testigos que los testigos necesarios. 
Pero se supo en el barrio, claro. Se le acabaron las amigas. Nadie la saludaba cuando iba por la calle, y en la iglesia la gente se cambiaba de lugar cuando llegaba ella. 
De nada sirvió que el cura dijera un sermón intencionado en el que habló de perdón, de amor al prójimo. 
La gente conocida dictó sentencia y esa gente conocida la condenó por traidora a la memoria de su padre. 
¿Cómo pudo unir su vida a la del asesino del padre que se la dio a élla? 
Pero élla no podía decirle a nadie la verdad. 
No podía decirles que se casó con aquel hombre para tenerlo al alcance de su venganza. Para eso, para vengarse de él, ella le sacrificó su virginidad. Para eso se le entregaba cada noche. Para eso le hacía de comer, y le lavaba la ropa, y lo oía cuando él hablaba, y callaba cuando callaba él. Para eso se hizo su mujer: para poder matarlo algún día. 

Pero algo sucedió que estorbó su venganza. 
Ella se enamoró de él. En realidad él era hombre bueno. La quería; la respetaba; la trataba con cariño. 
Y ella lo deseaba. Sintió vergüenza cuando se dio cuenta de que esperaba con ansia la llegada de la noche para tenerlo con ella, para tenerlo en ella. Y no era sólo el cuerpo el que lo aguardaba: era también el alma. Con el cuerpo gozaba sus caricias; con el alma disfrutaba su presencia. 
Ella supo entonces que lo amaba. 

Una tarde que estaba sola, ella sacó un viejo retrato de su padre, que guardaba en secreto, y entre lágrimas le pidió perdón por amar a su asesino. 
Y entonces le sucedió algo extraño. Le pareció que su padre, que en ese retrato tenía la mirada perdida en el vacío, ahora la miraba fijamente. 

Esa noche él despertó al sentir un punzante dolor en el cuello. 
Abrió los ojos y vio la almohada llena de sangre, un chorro en cada latido del corazón. Frente a él estaba la mujer. Tenía en la mano la navaja de afeitar de su padre. 
Lo último que el joven Juan oyó fue:
“-Perdóname. Te quiero mucho, pero... la venganza-”...

domingo, 16 de diciembre de 2018

La "Seño" de la Tienda, nueva entrega...


La "Seño" de la Tienda, nueva entrega, al final del Año 2018...

"-¿Y cómo te fue pues en éste año que ya va de salida, mi amiga?" -Le pregunto a la Agnes, mi maquilera psicóloga de cabecera.

En el frío ambiente de la Reunión de "La Cofradía Roquera", suena fuerte y a muy buen volumen un tema de un grupo que no logro identificar de momento, por lo que saco mi iphone y con ayuda del "Shazam", descubro que és el excelente grupo ochentero británico Marillion, la canción "Assassing" que viene en el álbum... ¡Ups!... ¡Oh-oh, Oh-oh!... ¡Ya valió...! Voltéo a ver a la Agnes y veo que me mira con unos ojos asesinos a 15 centímetros de los míos y que me miran fijamente y sin pestañar, más asesinos parecen enmarcados por su pelo rojo que...
Cómo mi Artu! -explota la Agnes- ¡¿Me preguntas una cosa muy importante y sin esperar respuesta te clavas en ese mugrero-post-modernista-aparato-apocalíptico llamado iphone?!
-¡Uh disculpa Agnes!, Solo estaba identificando la canción que...
Ja-ja-ja! -la carcajada de Agnes se escucha por encima de la música y el ruido de la reunión, varios compañeros rockeros voltéan a verla, aunque la conocen, como siempre están extrañados de "su loco proceder".
-No te creas mi Artu, estoy bromeando, y sí, que buena esa canción y excelente el grupo Marillion... -y continúa, derrochando buen humor:
-Mira mi Artu, tu sabes que soy una mujer optimista. Eso quiere decir que veo la realidad con los ojos cerrados. Aun así prefiero equivocarme siendo optimista que acertar siendo pesimista. Los pesimistas traen siempre el gesto fruncido (y fruncidas otras partes de su cuerpo) y a menudo sufren de gastritis,  dispepsia y de colon irritable. No cambian el foco que se fundió, pues piensan que el nuevo se fundirá también. Mira, los optimistas quizá seamos ingenuos, pero en todo caso somos "alegremente ingenuos" (éso último lo dijo haciendo con sus dedos las "comillas" en el aire). Conservamos cierta dosis de razón: no creemos vivir en el mejor de los mundos posibles, pero sí pensamos que el mundo en que vivimos es mejor que aquél que vivieron nuestros padres, y queremos que el mundo en dónde vivirán nuestros hijos, sea mejor aún. Quizá alguien no compartirá éste pensamiento (tú sí, mi Artu, tú sí, te conozco y sé que tú sí), sobre todo si consideramos los infinitos males que hoy padece nuestro querido y sufrido México: la pobreza, la corrupción, la impunidad, la violencia del narco, la pobre calidad de la educación escolar y la pobre calidad de la política y de muchos políticos; la voraz partidocracia que sufrimos, y sabiendo también que México depende de las siguientes  cosas (y no necesariamente en éste orden): 1. De La Virgencita de Guadalupe, 2. De La Divina Providencia, 3. De los Estados Unidos, 4. De las lluvias, 5, Del sucio petróleo, 6. De la bendita casualidad, 7. De las manchas solares de Maussan, 8. De las conferencias matutinas de AMLO, 9. De los ciclos envolventes de la Historia, 10. De... en fin, de muchas variantes de esa índole. ¡¿Cuándo México dependerá enteramente de los mexicanos?! Sin embargo, mi Artu, quienes hemos vivido muchos apuros (nos incluimos tú y yo), hemos fortalecido nuestro "instinto de supervivencia" y seguiremos navegando ésta vida siempre con entusiasmo y con optimismo, y siempre el día siguiente, y el año siguiente, serán mejores, ya lo verás, ya lo veremos... Pero basta de cháchara inane de mi parte y mejor cuéntame algo de lo que sucede donde tu vecina, la "Seño" de la Tienda...
Como no tengo nada más que agregarle a la siempre muy interesante disertación de la Agnes, mi maquilera psicóloga de cabecera, le platico alguna de éstas:

Cosas que escucho en la Tiendita de "La Seño":

La encuestadora: -¿Y cuál considera que es su principal defecto?
La "Seño" de la Tienda: -¡Ay! Pos que siempre me meto en conversaciones ajenas, oiga...
La encuestadora: -A usted no-le's-toy-pre-gun-tan-do, "Seño"
La "Seño" de la Tienda: -¡Ay pos perdón! ¡Qué genio, oiga!...

La encuestadora le pregunta (ahora sí) a La "Seño" de la Tienda:
-"Seño", Si pudiera usted invitar a cenar a un "gran" personaje, vivo o muerto: ¿a quién invitaría?
-¡Ay! Pos, o sea, "osbio" que invitaría al vivo, sí, al vivo...

Un cliente le estaba platicando al "Viejo" de La "Seño" de la Tienda:
-Fíjese Don. Pos que voy a ir con el "Dotor" porque encontré a mi mujer en brazos de otro hombre -le contó -. Ella me dijo: ‘Tomemos un café y hablemos’. Al día siguiente la sorprendí otra vez en la cama con un desconocido. Me volvió a decir: ‘Tomemos un café y hablemos’. Y hoy por la mañana la hallé de nuevo en el lecho conyugal con un sujeto. Me repitió: ‘Tomemos un café y hablemos’. 
-Amigo -respondió el "Viejo" de La "Seño" de la Tienda, quitándose la gorra y rascándose la frente:-, ¿Para qué quiere ir usted con un médico si lo que necesita es un abogado de divorcios?”
-Pos voy con el "Dotor" -opuso el cliente- Quiero que me diga si no me irá a hacer daño estar tomando tanto café”... 

Mientras le cobra las cosas que compró, le bromea la "Seño" de la tienda a la maestra de catesismo, hija única y ya madura señorita solterona:

-Y dígame "Señito", ahora que se acerca la "Navidá", ¿ya pensó qué le va a pedir al "Santo Clos"?
-Pues mire "Seño", yo nunca pido nada para mí, pero si le pido que para mi pobrecita madrecita, "Santo Clos" le traiga en ésta Navidad... un yerno, ji-ji, ji-ji, ji-ji...

La joven y guapa sobrina de la "Seño", le está platicando que ya consiguió trabajo aquí en la ciudad como secretaria de un Licenciado.

-Hasta me pretende el socio del Licenciado, tía, nomás que es viejo, gordo y pelón; pero es riquísimo, o sea, muy rico...
-¡Ay! Mija. Pos si es riquísimo, míja, entonces no es ni viejo, ni gordo y ni pelón míja; ahora si que viene siendo: "maduro", "robusto" y de "frente despejada" míja...
-¡Ay! Tía; hasta me dijo que si pasaba un rato agradable con él, me regalaba un reloj...
-¡Ay! Mija, A verlo míja, a verlo...
-¡Ay! Tía...

La clienta presumida estaba pagando algo a La "Seño" una mañana, y en eso que entra a la tienda Jaimilito, el hijo de La "Seño". La "Seño" le dice comedida: 

-Buenos días míjo
Pero el niño se pasó de largo sin responder.
La clienta le dice molesta al niño: 
-¡Niño! ¿Pues no te han enseñaron en la escuela a dar los "Buenos Días"?
-No Doña, no -contesta el tal Jaimilito- Siempre he estado en la escuela en turno vespertino, o sea, voy a la escuela en la tarde...

El "Viejo" de La "Seño" se queda mirando al cliente que va saliendo y menea pensativo la cabeza, quitándose la gorra y rascándose la frente (el "Viejo" de la "Seño", no el cliente).

La "Seño" le pregunta: -Qué "Viejo", qué te platicó ese señor que te "quedates" tan molesto.
-Que me estaba platicando de su esposa, porqué le pregunté que cómo seguía porque se mira algo enferma últimamente; y que me contesta que “-Es difícil vivir con una mujer como la mía. Todos los días se acuesta a las 3 de la mañana”. Que le pregunto: “-¿Pos qué padece insomnio, o qué?”. “-No -me aclaró el ruin sujeto-. Me espera hasta que llego a la casa”…

Mientras cobra mercancías, la "Seño" le pregunta a la joven clienta:

-¿Y luego qué con tu novio míja? Ya tienen tiempo "noviando" ¿Qué no?
-Pos sí "Seño"; ya pensándola bien, mi novio y yo ya estamos perdiendo interés en el sexo, yo creo que ya llegó la hora de casarnos...

La clienta metiche le pregunta a la "Seño" de la Tienda:

-Oiga "Seño", pos ¿porqué estaba su "Viejo" regañando a Jaimilito su hijo?, O sea ¿A por qué?
-Pos lo estaba regañando para que estudie más, le dice que él quiere que Jaimilito tenga lo que él nunca tuvo, o sea, buenas calificaciones, supongo...

-¡Hay mira gemelitas! -emocionada le dice la "Seño" de la Tienda a la clienta que entra cargando a sendas nenitas. -¡¿Y cómo se llaman?!
-Pos una se llama Paz María y la otra Paz Raquel.
-¡Wow! ¡Qué lindos nombres! -sigue la "Seño" emocionada y le pregunta:
-¿Y de dónde le viene ponerles Paz, ese lindo nombre?
-Pos mire "Seño", cuando las concebimos, mi esposo y yo estábamos muy enojados, y nos estábamos reconciliando...
-¡Ah! -exclama la "Seño" que no terminaba de estar visiblemente emocionada- O sea, fue cuando "hicieron las Paces"!!!...
-¡Exacto "Seño", exacto!...