La "Seño" de la Tienda es una mujer joven de rancho que se casó con un señor ya mayor en algún pueblo muy muy lejano de la Sierra de Chihuahua; luego se vinieron a vivir a la ciudad capital, y ahora
atienden un “changarro” en una
esquina cerca de mi casa.
Éstas son algunas
anécdotas que escucho cuando seguido voy al susodicho “changarro de la esquina”:
Dice la "Seño" de
la tienda, hojeando el periódico:
“-Pos por mí que suban la gasolina, a mi ni me afecta, yo siempre le pongo 300 a la
troca..."
La "Seño" de la
tienda le platica a una clienta que fue al doctor (la "Seño", no la clienta):
“-Pos verá doña que me dice el tal doc:
"-Lo
que usted tiene "Seño", es solo una “tensión
excesiva”; yo profesionalmente le recomiendo que no se lleve sus problemas a la cama”...
“-¡Achis, Achis! Pos si
doc; será muy 'profesionalmente' su recomendación, pero entonces dígame como le digo a mi viejo que se vaya a dormir a otra
parte”.
Cuando fue la
exitosa campaña de los nombres en la Coca, la "Seño" de la tienda fue una de las
cientos de miles que pusieron en sus changarros éste letrero en el refri de los
refrescos.
La "Seño" de la
tienda le platica a una clienta:
"-Que cree doña, que me
dice mi viejo:
“-Salgamos a divertirnos esta noche de fin de semana”.
̶ “Esta bien ̶ que le digo ̶ Pero como vas a llegar tú primero, que le digo, me dejas prendida la
luz de la calle”.
El señor de la
tienda (el "Viejo"), cumplió años y la "Seño" de la tienda le regaló dos corbatas; al día
siguiente el "Viejo" se pone una para agradar a su mujer.
La Seño de la tienda se
le queda viendo y le dice irritada:
̶"¡Qué!, ¿Qué no te gustó
la otra o qué?
En otra ocasión
la "Seño" de la tienda le comenta a una clienta:
“-¡No doña!, que cree, ya voy en las tardes a tomar clases de natación,
¡No se nadar!”
“-¡Achis Achis "Seño"!, ¿Y eso para qué o qué?”
“-Pos es que escuché a
mi viejo cuando le estaba platicando al compadre que si se entera de que lo
engaño, que me avienta al río”.
Mientras cobraba en la caja, la "Seño" de la
tienda le dijo a su viejo que no tenía tiempo de arreglarle el zipper del
pantalón, que ya no subía.
̶ Pos así me lo voy a poner ̶ dijo irritado el señor, ̶ pa’ que todo mundo vea la clase de
mujer con la que tengo que conformarme.
̶ Pos me parece bien ̶ contestó la Seño, ̶ Si andas por ahí con el zipper abierto todo mundo se dará cuenta de la
clase de hombre con el que tengo que conformarme yo.
Una cliente está
leyendo en voz alta una nota del periódico:
̶ Agarraron a un
terrorista de la ETA…
Comenta pensando en
voz alta la Seño de la tienda:
̶ Hay pobrecito, como le
ha de haber dolido.
El señor de la
tienda está resolviendo un crucigrama de un trozo de periódico que usa para
envolver mercancias y pregunta:
̶ Haber vieja, palabra de
cuatro letras que es un atributo de belleza de las mujeres, termina con “oño”…
̶ “Moño” ̶ contesta la Seño
de la tienda sin despegar los ojos de la tele, “La Rosa de Guada” está muy interesante.
̶ “Moño”,¿Tienes un borrador? ̶ pregunta el señor de la
tienda.
El señor de la
tienda siente que finalmente vio la luz de la fe y clama en el templo:
“¡Hermanos! ¡Encontré el camino de la salvación! ¡Maté al monstruo de la
soberbia, al monstruo de la envidia, al monstruo de la lujuria…!”.
“Una pequeña
aclaración, hermanos —intervino la Seño de la tienda con ambas manos levantadas—.
Ese último monstruo murió de muerte natural hace como ocho años”, apenas nos
casamos.
En “el día de
campo”, la Seño de la tienda le platica a la comadre: -No Coma, ese Simpliciano
es un baboso. –Achis! Y porqué dice eso seño, se ve guapo y listo. –Nah! –dice
la Seño de la tienda- que me dice que lo acompañe a lo oscurito y hay voy; y
luego que me dice que lo acompañe hasta el rincón mas oscurito y hay voy; y
allí me sale con la babosada: -“¡Mira!” que me dice: -“¡Las manecillas de mi
reloj brillan en la oscuridad!” que me dice.
Le platica la
seño de la tienda a una clienta: “Anoche mi viejo no me dejó hacer nada.
Acomodó toda la mercancía; bañó al niño y lo acostó; hizo la cena; lavó los
trastes; planchó la ropa del día siguiente, y luego me alcanzó en la recámara”.
“Má!, pos qué raro –comentó la clienta- ¿Y a porqué hizo todo eso seño?” “Es que
leyó en el periódico que una esposa hace mejor el amor cuando no está cansada”.
Preguntó la clienta con interés: “¿Y así fue?”. “Nah! –respondió la Seño de la
tienda- Ni hicimos nada porque él estaba demasiado cansado”.
“Qué cree doña
–le platica la Seño de la tienda a una clienta- Ahora si debo tener mucho
cuidado de no quedarme embarazada”.
“Achis! –le
responde la clienta sorprendida- ¿Pos que no dijo que “su viejo” se hizo la “vasestonía”?
“Pos precisamente
por eso debo cuidarme doña, precisamente por eso”.
La Seño de la
tienda dice que “su viejo” es muy
olvidadizo y siempre le anda diciendo para todo: “¿Cuándo fue la última vez que
la usastes?”. El otro día “su viejo” dió cambio de más y el
cliente, honesto, se lo regresó. Dijo, poniendose una mano en la frente: “¡Hay
dios mío! ¿Adónde habré dejado la cabeza hoy?”. La Seño de la tienda se acerca,
le pone una mano en el hombro y le pregunta muy seria: “Haber viejo: ¿Cuándo fue la última vez que la usastes?”.
El vendedor de
seguros le pregunta a la Seño de la tienda que porqué pone en la solicitud que
no ha tenido accidentes, si más abajo puso que estuvo tres veces en el
hospital: una vez la tiró el caballo, otra vez la cornó el toro y luego puso
que la mordió una vívora, ésos cuentan como accidentes.
-“Ésos no son
accidentes, -dice la Seño muy seria, cruzada de brazos y con la ceja levantada-
el méndigo caballo, el desgraciado toro y la infeliz vívora lo hicieron a porprósito”.
El niño está
estudiando “Historia de México” y el señor lo reprende porque no se aprende los
“Niños Héroes”. Él se los recita de memoria. La Seño de la tienda, “mohína” le dice, defendiendo a su niño:
“¡Pos claro que eres muy bueno en historia!... ¡Tu vivistes cómo pasó todo eso!”
El otro día una
clienta le dijo a la Seño de la tienda: “Hay Seño, yo ya no voy al cine, no me
gusta el sexo en el cine”. “A mi tampoco me gusta el sexo en el cine –contesta
la Seño de la tienda- el otro día se quebró la butaca”.
“Cuando me casé
–le platica la Seño de la tienda a una clienta- el juez me dijo muy solemne:
¿Prometes amar a tu marido, respetarlo y serle fiel?” “Y que le contesto: No
pos yo no puedo prometer tantas cosas, mejor que escoja una de las tres”.
Le estaba
platicando la Seño de la tienda a una clienta que el domingo acompañó a su
comadre a San Juditas a cumplir una manda. Que cuando se bajaron de la troca y se
echaron a caminar el largo trecho hasta la iglesia, la Coma notó que toda la gente la miraba y se reía, pero que no hizo
caso. Al salir de la iglesia le preguntó la Coma
a la Seño de la tienda: “Oiga Coma:
¿por qué la gente se me queda viendo yse ríe? “ “¿Coma, cómo por qué Coma?
—respondí—. Trai usté las naguas atoradas en los calzones, y se le ve todo el …”.
“¡Qué barbaridad! —exclamó llena de azoro la Coma apresurándose a cubrirse—. ¿Por qué no me lo había dicho?”. Pos
le dije: “Coma yo pensé que en eso
consistía la manda”.
Recién llegados a
la ciudad, el señor y la Seño de la tienda se acercaron a un carrito de hotdogs
más por la curiosidad de probar algo que nunca antes habían visto en su pueblo.
Miró el suyo la Seño de la tienda y le dijo con inquietud a su marido: “¿Qué
parte del perro te tocó a ti?”
“¿Y en el rancho
de niña que hacía Seño?” le preguntó el proveedor de papitas fritas a la Seño
de la tienda. “Pos cuidaba a las vacas, aunque eso me hacía llegar tarde a la
escuela; mi profe me preguntó porqué llegue tan tarde una vez, y le dije que
una vaca estaba en celo, entonces tuve que llevarle al toro; el profe me
preguntó: ¿Y que eso no lo puede hacer tu 'apá?. No profe –le contesté- tiene
que ser el toro”.
La comadre le
preguntó a la Seño de la tienda: “¿De modo que al compadre le dieron una patada en la trifulca?”. “No Coma, mas
arribita –le contestó la Seño de la tienda- Más bien se la dieron entre la
trifulca y el ombligo”.
Un cliente pide
unos cigarros. La Seño de la tienda antes de entregarlos, lee en voz alta la
advertencia impresa en la cajetilla: “El
cigarro puede provocar impotencia”. Y dice con asombro: “Ah Caray!, tenga,
mejor se los cambio por estos que dicen: “El
cigarro puede causar muerte por cáncer”. Éstos están más mejor”.
La Seño de la
tienda le estaba platicando a una clienta: “Ése día, escopeta en mano, mi ‘apá llevó
a mi señor al dotor y le dijo: -Dotor, por favor sáquele las esquirlas de las
pompas a mi yerno…” “¿Cómo? –dijo el doc asombrado- ¿Cómo es posible que le
haya disparado en las pompas a su propio yerno?” Mi ‘apá contestó: “Cuando le
disparé, todavía no era mi yerno”.
Se disculpaba la
Seño de la tienda ante una clienta que le había reclamado algo: “Pos si doña,
yo si se guardar un secreto; el problema es que las gentes a las que se lo
cuento, no lo saben guardar”.
En el curso en la
iglesia, el hermano instructor le pregunta a la Seño de la tienda que quién fue
la primera mujer. La Seño no recordaba el nombre; alguien que estaba atrás de
ella de dijo quedito: “Eva… Eva”… La Seño de la tienda repitió en voz alta “¡Eva!”.
Preguntó molesto el hermano instructor: “¿Quién se la sopló?”. Y sin dudarlo,
la Seño de la tienda responde: “¡Adán!”.