domingo, 16 de agosto de 2015

La Seño de la Tienda



La "Seño" de la Tienda es una mujer joven de rancho que se casó con un señor ya mayor en algún pueblo muy muy lejano de la Sierra de Chihuahua; luego se vinieron a vivir a la ciudad capital, y ahora atienden un “changarro” en una esquina cerca de mi casa.
Éstas son algunas anécdotas que escucho cuando seguido voy al susodicho “changarro de la esquina”:

Dice la "Seño" de la tienda, hojeando el periódico:
“-Pos por mí que suban la gasolina, a mi ni me afecta, yo siempre le pongo 300 a la troca..."

La "Seño" de la tienda le platica a una clienta que fue al doctor (la "Seño", no la clienta): 
“-Pos verá doña que me dice el tal doc
"-Lo que usted tiene "Seño", es solo una “tensión excesiva”; yo profesionalmente le recomiendo que no se lleve sus problemas a la cama”...
“-¡Achis, Achis! Pos si doc; será muy 'profesionalmente' su recomendación, pero entonces dígame como le digo a mi viejo que se vaya a dormir a otra parte”.

Cuando fue la exitosa campaña de los nombres en la Coca, la "Seño" de la tienda fue una de las cientos de miles que pusieron en sus changarros éste letrero en el refri de los refrescos.


La "Seño" de la tienda le platica a una clienta:
"-Que cree doña, que me dice mi viejo:
“-Salgamos a divertirnos esta noche de fin de semana”.
̶Esta bien  ̶ que le digo ̶  Pero como vas a llegar tú primero, que le digo, me dejas prendida la luz de la calle”.

El señor de la tienda (el "Viejo"), cumplió años y la "Seño" de la tienda le regaló dos corbatas; al día siguiente el "Viejo" se pone una para agradar a su mujer.
La Seño de la tienda se le queda viendo y le dice irritada:
̶"¡Qué!, ¿Qué no te gustó la otra o qué?

En otra ocasión la "Seño" de la tienda le comenta a una clienta:
“-¡No doña!, que cree, ya voy en las tardes a tomar clases de natación, ¡No se nadar!”
“-¡Achis Achis "Seño"!, ¿Y eso para qué o qué?”
“-Pos es que escuché a mi viejo cuando le estaba platicando al compadre que si se entera de que lo engaño, que me avienta al río”.

Mientras cobraba en la caja, la "Seño" de la tienda le dijo a su viejo que no tenía tiempo de arreglarle el zipper del pantalón, que ya no subía.
̶ Pos así me lo voy a poner  ̶ dijo irritado el señor,  ̶ pa’ que todo mundo vea la clase de mujer con la que tengo que conformarme.
̶ Pos me parece bien ̶  contestó la Seño, ̶ Si andas por ahí con el zipper abierto todo mundo se dará cuenta de la clase de hombre con el que tengo que conformarme yo.

Una cliente está leyendo en voz alta una nota del periódico:
̶ Agarraron a un terrorista de la ETA…
Comenta pensando en voz alta la Seño de la tienda:
̶ Hay pobrecito, como le ha de haber dolido.

El señor de la tienda está resolviendo un crucigrama de un trozo de periódico que usa para envolver mercancias y pregunta:
̶ Haber vieja, palabra de cuatro letras que es un atributo de belleza de las mujeres, termina con “oño”…
̶Moño̶  contesta la Seño de la tienda sin despegar los ojos de la tele, “La Rosa de Guada” está muy interesante.
̶Moño”,¿Tienes un borrador? ̶ pregunta el señor de la tienda.

El señor de la tienda siente que finalmente vio la luz de la fe y clama en el templo: “¡Hermanos! ¡Encontré el camino de la salvación! ¡Maté al monstruo de la soberbia, al monstruo de la envidia, al monstruo de la lujuria…!”.
“Una pequeña aclaración, hermanos —intervino la Seño de la tienda con ambas manos levantadas—. Ese último monstruo murió de muerte natural hace como ocho años”, apenas nos casamos.

En “el día de campo”, la Seño de la tienda le platica a la comadre: -No Coma, ese Simpliciano es un baboso. –Achis! Y porqué dice eso seño, se ve guapo y listo. –Nah! –dice la Seño de la tienda- que me dice que lo acompañe a lo oscurito y hay voy; y luego que me dice que lo acompañe hasta el rincón mas oscurito y hay voy; y allí me sale con la babosada: -“¡Mira!” que me dice: -“¡Las manecillas de mi reloj brillan en la oscuridad!” que me dice.

Le platica la seño de la tienda a una clienta: “Anoche mi viejo no me dejó hacer nada. Acomodó toda la mercancía; bañó al niño y lo acostó; hizo la cena; lavó los trastes; planchó la ropa del día siguiente, y luego me alcanzó en la recámara”. “Má!, pos qué raro –comentó la clienta- ¿Y a porqué hizo todo eso seño?” “Es que leyó en el periódico que una esposa hace mejor el amor cuando no está cansada”. Preguntó la clienta con interés: “¿Y así fue?”. “Nah! –respondió la Seño de la tienda- Ni hicimos nada porque él estaba demasiado cansado”.

“Qué cree doña –le platica la Seño de la tienda a una clienta- Ahora si debo tener mucho cuidado de no quedarme embarazada”.
“Achis! –le responde la clienta sorprendida- ¿Pos que no dijo que “su viejo” se hizo la “vasestonía”?
“Pos precisamente por eso debo cuidarme doña, precisamente por eso”.

La Seño de la tienda dice que “su viejo” es muy olvidadizo y siempre le anda diciendo para todo: “¿Cuándo fue la última vez que la usastes?”. El otro día “su viejo” dió cambio de más y el cliente, honesto, se lo regresó. Dijo, poniendose una mano en la frente: “¡Hay dios mío! ¿Adónde habré dejado la cabeza hoy?”. La Seño de la tienda se acerca, le pone una mano en el hombro y le pregunta muy seria: “Haber viejo: ¿Cuándo fue la última vez que la usastes?”.

El vendedor de seguros le pregunta a la Seño de la tienda que porqué pone en la solicitud que no ha tenido accidentes, si más abajo puso que estuvo tres veces en el hospital: una vez la tiró el caballo, otra vez la cornó el toro y luego puso que la mordió una vívora, ésos cuentan como accidentes.
-“Ésos no son accidentes, -dice la Seño muy seria, cruzada de brazos y con la ceja levantada- el méndigo caballo, el desgraciado toro y la infeliz vívora lo hicieron a porprósito”.

El niño está estudiando “Historia de México” y el señor lo reprende porque no se aprende los “Niños Héroes”. Él se los recita de memoria. La Seño de la tienda, “mohína” le dice, defendiendo a su niño: “¡Pos claro que eres muy bueno en historia!... ¡Tu vivistes cómo pasó todo eso!”

El otro día una clienta le dijo a la Seño de la tienda: “Hay Seño, yo ya no voy al cine, no me gusta el sexo en el cine”. “A mi tampoco me gusta el sexo en el cine –contesta la Seño de la tienda- el otro día se quebró la butaca”.

“Cuando me casé –le platica la Seño de la tienda a una clienta- el juez me dijo muy solemne: ¿Prometes amar a tu marido, respetarlo y serle fiel?” “Y que le contesto: No pos yo no puedo prometer tantas cosas, mejor que escoja una de las tres”.

Le estaba platicando la Seño de la tienda a una clienta que el domingo acompañó a su comadre a San Juditas a cumplir una manda. Que cuando se bajaron de la troca y se echaron a caminar el largo trecho hasta la iglesia, la Coma notó que toda la gente la miraba y se reía, pero que no hizo caso. Al salir de la iglesia le preguntó la Coma a la Seño de la tienda: “Oiga Coma: ¿por qué la gente se me queda viendo yse ríe? “ “¿Coma, cómo por qué Coma? —respondí—. Trai usté las naguas atoradas en los calzones, y se le ve todo el …”. “¡Qué barbaridad! —exclamó llena de azoro la Coma apresurándose a cubrirse—. ¿Por qué no me lo había dicho?”. Pos le dije: “Coma yo pensé que en eso consistía la manda”.

Recién llegados a la ciudad, el señor y la Seño de la tienda se acercaron a un carrito de hotdogs más por la curiosidad de probar algo que nunca antes habían visto en su pueblo. Miró el suyo la Seño de la tienda y le dijo con inquietud a su marido: “¿Qué parte del perro te tocó a ti?”

“¿Y en el rancho de niña que hacía Seño?” le preguntó el proveedor de papitas fritas a la Seño de la tienda. “Pos cuidaba a las vacas, aunque eso me hacía llegar tarde a la escuela; mi profe me preguntó porqué llegue tan tarde una vez, y le dije que una vaca estaba en celo, entonces tuve que llevarle al toro; el profe me preguntó: ¿Y que eso no lo puede hacer tu 'apá?. No profe –le contesté- tiene que ser el toro”.

La comadre le preguntó a la Seño de la tienda: “¿De modo que al compadre le dieron  una patada en la trifulca?”. “No Coma, mas arribita –le contestó la Seño de la tienda- Más bien se la dieron entre la trifulca y el ombligo”.

Un cliente pide unos cigarros. La Seño de la tienda antes de entregarlos, lee en voz alta la advertencia impresa en la cajetilla: “El cigarro puede provocar impotencia”. Y dice con asombro: “Ah Caray!, tenga, mejor se los cambio por estos que dicen: “El cigarro puede causar muerte por cáncer”. Éstos están más mejor”.

La Seño de la tienda le estaba platicando a una clienta: “Ése día, escopeta en mano, mi ‘apá llevó a mi señor al dotor y le dijo: -Dotor, por favor sáquele las esquirlas de las pompas a mi yerno…” “¿Cómo? –dijo el doc asombrado- ¿Cómo es posible que le haya disparado en las pompas a su propio yerno?” Mi ‘apá contestó: “Cuando le disparé, todavía no era mi yerno”.

Se disculpaba la Seño de la tienda ante una clienta que le había reclamado algo: “Pos si doña, yo si se guardar un secreto; el problema es que las gentes a las que se lo cuento, no lo saben guardar”.

En el curso en la iglesia, el hermano instructor le pregunta a la Seño de la tienda que quién fue la primera mujer. La Seño no recordaba el nombre; alguien que estaba atrás de ella de dijo quedito: “Eva… Eva”… La Seño de la tienda repitió en voz alta “¡Eva!”. Preguntó molesto el hermano instructor: “¿Quién se la sopló?”. Y sin dudarlo, la Seño de la tienda responde: “¡Adán!”.