sábado, 19 de enero de 2019

Lindas palabras casi nunca usadas...

Palabras bonitas hay muchas que casi nunca las escuchamos; por lo mismo casi nunca las usamos, porque no conocemos bien su significado claro y verdadero; quizá por eso, si las oímos, realmente no las escuchamos… ¿Se’ntiende pues?. Sí, ¿qué no?.
Hace poco escuché una muy muy bonita: “Garigoleado”, (nop, nada tiene que ver con el fútbol, Sorry), era en alusión a unos adornos de madera labrada en un mueble antiguo, muy pesado y por lo mismo, muy costoso. Y que ya en casa, me puse a investigar para saber su real significado (el significado de la palabra “Garigoleado”, no el significado del muy costoso, pasado de moda e inútil ropero, lo de hoy son los “closets”, porque los roperos ya no caben en las casas modernas).
Garigoleo” quiere decir, entonces: “figura de adorno con trazos muy complicados, con detalles excesivos y muy poco útiles”.
Y por esa bella y acertada descripción me acordé del joven “Casitas”; aquél señor de mente maravillosa y memoria prodigiosa pero razonamiento aireado y extraviado que nos alegraba los recesos entre clase y clase en la Facultad de Química en la UACH. 
Hijo él del “excelente y eminente Profe Casitas”, quien era el terror de la mayoría de los estudiantes por sus disertaciones y conferencias casi imposibles de entender que el llamaba “simples clases de Cálculo Integral y Diferencial”.
Pues bien, el tal joven “Casitas” aprovechaba cualquier grupito de estudiantes reunidos para  llegar pidiendo un cigarro y demostrarnos su memoria fotográfica, asombrosa, pero ocupada y llena de datos intrascendentes que nos recitaba a la menor provocación. Del joven “Casitas” se decía que había sido un niño normal pero que su padre, el “eminente Profe Casitas” era el culpable de haberle provocado la pérdida de la razón por forzarlo a ser un matemático ahora sí que “a fuerzas”; quien sabe, nunca supimos el origen de su desvarío, pero si se le “iba la onda” bien feo, de repente se desconectaba de la realidad y le ocurría lo que mi amiga Agnes (mi psicóloga maquilera de cabecera) llama “Dispersión Caprina”, o séa se le van las cabras al monte y, como digo, se le iban bien feo.
En un momento el joven “Casitas” estaba platicandonos algo, amenamente reunidos afuera del puestecito de “El Pirata” (en el puestecito estaba pintado el título ‘El Capitán’ pero todos le decíamos “El Pirata” porque el viejito que atendía tenía una pierna de madera, una “pata de palo” pues) y allí estaba el joven “Casitasrecitándonos un largo listado de Reinas de Belleza “misses Universo” o la historia completa y con lujo de detalles y el palmares incluido de tal equipo de fútbol, o su gran listado de lo que él decía “mis logaritmos preferidos” (no existía entonces el internet, entonces los había memorizado de la famosa “Tabla de Logaritmos”, igual de inútil que complicada; obvio hablo de la famosa tabla, no del internet). Y un momento después perdía el contacto con la realidad y se desconectaba por completo del entorno; entonces se iba y deambulaba hablando para sí mismo mil incoherencias y frases sin sentido, sin sentido para nosotros, pero para él algo significaban, pues las vivía en un propio universo o en su propio plano existencial tan diferente y tan lejano del nuestro, tan diáfano, tan común y tan corriente.
Una de las guasas preferidas de los estudiantes era que le pedíamos que nos hiciera, o nos inventara una “firma” propia, entonces le decíamos:
Yo: -Oye “Casitas”, créame una firma por fas.
Y contestaba el joven “Casitas”, abriendo muchos los ojos y gesticulando excesivamente con sus manos: -“Muy bien, muy bien ¿eh? ¿pos cómo te llamas? ¿eh tú? ¿pos cómo te llamas?
Yo: -“Pos Artu López de la Rosa”.
Y decía: “Muy bien, ¿eh? Muy bien, don ‘Pos Artu López de la Rosa’, ahí te vá…” –y levantaba las manos al aire… todos los concurrentes estábamos con la risa contenida, esperando el resultado tan conocido y siempre tan igual.
Yo: -“Sale ¿eh? “Casitas”, pero que sea una firma bien “Garigoleada” ¿Okey “Casitas”?, ¿Okey, eh “Casitas”? Bien bien “Garigoleada” eh “Casitas”… recuerda “Casitas”, bien bien “Garigoleada” ¿eh? ¿eh?
Y el pobrecillo joven “Casitas” figuraba entonces una complicada rubrica que le tomaba minutos en hacer. Iba y venía haciendo trazos invisibles en el aire; daba vueltas y vueltas siguiendo el rasgueo de la pluma que sólo él podía ver; saltaba para alcanzar una línea alta y se inclinaba luego hasta llegar al suelo para dibujar un giro bajo. Todo en el aire. Tras su ímprobo trabajo, obvio no quedaba nada, absolutamente nada, solo las risas de burla de todos los concurrentes...

A veces me pregunto si no soy yo ese joven “Casitas”.
Me pregunto a veces si no me habré pasado la vida haciendo sólo “Garigoleos” en el aire, donde luego no queda nada, donde luego sólo quedan las risas de burla de todos los concurrentes…

Después hablaré de alguna otra palabra bonita casi en desuso y casi olvidada: “Babuleco”, por ejemplo…

miércoles, 2 de enero de 2019

Año Nuevo, ¿Vida Nueva?... Un Último Recorrido por mi Ciudad…



Un último recorrido por mi Ciudad...
“-Pos ahora andamos tratando de trabajar en la UBER mi Artu; pero la verdad estoy batallando mucho pa'ntender y pa'usar el maldito (o bendito) telefonito celular, mi Artu; pero pos es la herramienta necesaria para los viajes y ya sabes, hay que perseguir de alguna forma la chuleta diaria...”
Así me dijo mi amigo Fredo...
La infaltable música a alto volumen sonaba con algún grupo de rock “intrascendente” porque ni me acuerdo cual era, quizá “Bad Company” o “Foreigner” o algo “soft rock”; pero como siempre, acompañando de fondo lo que se platica en las reuniones de “La Cofradía Rockera”. Claro, todo entremezclado con harta cerveza fría y carne asada como perfecto marco gastronómico; alguien me dijo: No solo de rock vive el hombre, mi Artu... Sabias palabras.
"-Fredo, cuéntame una historia de taxistas..." -Que le animo-. "-Para luego ponerla pública en mi blog, ¿sale? No importa el género, Fredo, tú platica…"
Fredo toda su vida ha sido un “trabajador del volante”; está platicándome sus vivencias con ese su eterno “tic” nervioso de estarse acomodando y acomodando y reacomodando su también eternamente desgastada gorra de beisbol; y con una sonrisa medio desencajada, y con el semblante indeciso de quien no está completamente convencido de estar haciendo lo correcto, pero que al final comprende que hay que trabajar para pagar las cuentas.
Por muchos años Fredo ha sido taxista, empleado de un dueño de taxis. Él, que como muchos otros “taxistas”, nunca pudo juntar el dinero suficiente para pagar y poder tener sus propias placas de servicio público de transporte, ni su propio vehículo para éste tan ahora sufrido empleo, tan expuesto a la inseguridad que hoy en día permea más que nunca en mi Chihuahua capital.
Mi padre y dos de mis hermanos fueron taxistas también, por eso conozco la diferencia entre los riesgos de este trabajo en aquellos años y el riesgo del empleo en la actualidad; la violencia es distinta en mi ciudad, ahora la violencia le pertenece a los narcos, antes no.
En un tiempo fue también chofer de autobús de pasajeros en el servicio urbano Vivebus, pero pronto fue desplazado por los poderosos dueños de esa mafia camionera que hoy en día reinan a su antojo con el lamentable transporte público en mi ciudad.
Fue él, Fredo, el que me trataba de convencer de que: “-No todo es malo en el sistema del Vivebus, mi Artu, pero a pesar de todo, ya es otro probado fracaso del gobierno de la ciudad, copado en su totalidad por la mafia del pulpo camionero.
Aún así, rescaté un poco de lo expuesto por Fredo y estoy preparando un post sobre lo que me dijo, de que: “-No todo es malo en el sistema del Vivebus, mi Artu, pero direccionado a la revista que se publicaba y regalaba en las estaciones, al inicio de este sistema de transporte local...


Entonces ahora es el "chofer taxista" de un dueño de carro UBER y, como inició diciéndome, con graves problemas para usar la tecnología celular tan necesaria hoy, pero que no es de nuestra generación, por eso está literalmente sufriendo para aprender a usarla.

“-Mira mi Artu, te voy a contar una historia que me pasó pa´que la pongas en tu “block”… No es ni de terror ni de fantasía; es a lo mejor tierna, simple o hasta cursi (“fifí” diría nuestro estimado AMLO), es de invierno, de tiempo de frío; es una historia que me pasó los primeros días de un tal Año Nuevo, a ver que te parece…”

Y que me la cuenta, y caí en "cuenta", que la narración de Fredo tenía muchos puntos en común con mi vida personal, curiosamente; o bien Chihuahua es un "ranchito o es un ranchote" y muchas cosas de la vida coinciden si no en el tiempo, si en los sucesos:

“-La despachadora de mi servicio de taxis, me mandó a levantar un pasaje a la populosa colonia Zarco”, por los arquitos del acueducto colonial; era mi último pasaje del día, de allí a casa a descansar, andaba desde los pasajes maquileros de las cinco de la mañana; ya estaba anocheciendo y la ciudad brillaba bella y húmeda por una ligera llovizna que había recién caído..." 
"-Era una casita que se veía estaba en reparación, con andamios y material de construcción afuera. Luego de pitar un par de veces, salió una señora ya mayor de edad, con toda la paciencia del mundo, cargando (casi arrastrando) dos maletas, así que me apuré a bajarme para ayudarle, salió sola y ella cerró su puerta; abrí la cajuela y puse ambas maletas adentro; curiosamente eran muy livianas; hacía frío, la señora llevaba un grueso abrigo verde con bufanda café y  un sombrerito como de velo, parecía un personaje de una película de los años 50’s…"
"-¿A dónde va Señito...? ¿Al aeropuerto, a la central camionera, a la casa de su hijo...?"
"-¡No que va...!" –Dijo la Señito riendo quedito; ya que me fijé más, era en realidad muy anciana-. "-Voy a La Casa de Retiro “Otoño en el barrio de Nombre de Dios, por favor, ¿Sabe usted en dónde es...?"
"-Claro que sí sé Señito, ahorita llegamos rapidito si me voy por el Perifér…"
"-¡No, no, no! –Me interrumpió-. "-Prefiero, si puede, que se vaya por el Centro de la Ciudad; quiero pasar por unos lugares especiales para mí, antes de llegar a la, ahora mi Casa de Retiro, al asilo de ancianos, pues, joven… ¿Si se puede? Le voy a pagar el trayecto largo… ¿Si podremos ir por allí?... ¿Si, joven?..."
"-Claro que sí Señito, por donde me diga me voy…"
Total, era mi último viaje del día, al día siguiente no había pasaje maquilador y la viejita me cayó bien, la neta, así que relax y vámonos por donde la Señito nos diga…
"-¡Gracias joven...! Entonces espere un momento..." -Dijo ella-. "-No tengo prisa, al fin que estoy camino al asilo, me estoy despidiendo ahora de mi casa..."
La miré por el espejo retrovisor, por sus ojos rodaban algunas lágrimas... desde allí se veían los arcos del acueducto con el parque iluminado, brillando todo por la lluvia que había caído.


Nota de Artu: cerca de aquí yo nací, y viví yo de niño pequeño mis primeros 6 años, por la calle Sánchez Álvarez...

Colonia "Arquitos":
"-Aquí junto al Acueducto Colonial, aún en uso, conocí a mi esposo, y aquí vivimos toda la vida, hasta ahora que mi esposo ya no está y mi hijo va a vender la casa y me manda al asilo de ancianos, y mi hija, mi hija, pues quien sabe dónde andará… pero vámonos por "La Avenida Zarco y nos detenemos en el Hospital Palmore un momento, ¿Si...?"


Nota de Artu: también aquí nací yo, y todos mis 7 hermanos...

Frente al Hospital “Palmore”: por la Avenida Zarco:
"-Aquí nacieron mis hijos y aquí mismo, hace unos años, falleció mi esposo, un momentito por favor y luego pasamos por el Santuario de Guadalupe ¿Si?…


Frente al Santuario de Guadalupe:
"-Aquí me casé, joven... Apenas recuerdo que era una noche como ésta, brillante de lluvia recién caída; no fueron muchas personas, ¿sabe joven?, las cosas no andaban bien en mi casa ¿sabe joven?, mi padre no estaba de acuerdo con el casorio y mi madre... pues eran otros tiempos muy duros, donde la mujer era sumisa y no se oponía a lo que dijera el marido; pero aún así me hizo un sencillo pero muy bonito vestido, cremita, no blanco, pues mi hijo ya venía en camino, y pues ella convenció a un cura de aquí para que nos casara... al final mi padre se ablandó un poco, solo un poco con la llegada de los nietos, pero nunca me perdonó, ni cuando falleció, eran señores muy duros de alma entonces, joven... ahora por favor pasemos por la "Peni", por la Biblioteca Municipal y por la calle Aldama, por favor..."


Nota de Artu: a pocas cuadras viví de niño y adolescente, estuve en la escuela primaria a dos cuadras de aquí, hasta trabajé en la farmacia que está enfrente de esta Penitenciaría del Estado... la famosa "Peni..."

Frente a la "Peni", en la Avenida 20 de Noviembre:
"-Aquí trabajó mi esposo de joven, era abogado y ayudó a mucha gente, ¿sabe?; había muchos presos y presas que duraban años y años allí esperando juicio, a muchos nunca les llegaba la justicia, y vivieron y murieron entre esos gruesos muros solo viendo el cielo sobre sus cabezas, pobres gentes... Yo trabajaba en la Biblioteca Municipal en el Parque Lerdo aquí cerca...

f

Nota de Artu: ¡La mueblería Gonter! ¡Es increíble en serio, no lo puedo creer!; ésos jovencitos que salvó el señor ese día éramos dos compañeras de la Secun 5 y yo; que bajamos en plena huida corriendo por la calle Cuarta, cruzamos la Quinta Gameros y bajamos hasta la calle Aldama con los rurales pisándonos los talones; cuando, junto a todos los estudiantes del plantel de la Secun, fuimos desalojados de la Secun 5 con lujo de violencia por las fuerzas policíacas. Escuela que manteníamos ocupadas en desacuerdo con las autoridades universitarias, que estaban haciendo exámenes finales allí, y dejaban muchos destrozos, que los estudiantes (bueno, nuestros padres) teníamos que pagar mediante cuotas obligatorias para poder graduarnos y sólo así conseguir un lugar para estudiar una carrera superior...

"-Estoy ya cansada, joven, llegó el momento de irnos, vamos ya rumbo al asilo, por favor".

Manejé en silencio hacia el destino final, al asilo. 
La ancianita ya iba más tranquila y dibujaba apenas una sonrisa, quizá satisfecha de haberse podido despedir de esos lugares tan especiales para ella, y recordar en memoria a su marido.

El asilo era una pequeña casa, dos asistentes vestidos de color azul bajito vinieron hacia el taxi tan pronto llegamos. Eran muy amables y cuidaban cada uno de los movimientos de la señora. Yo abrí la puerta y suavemente la sentaron en una silla de ruedas.
"-¿Cuánto le debo joven...?" -Preguntó, buscando en su bolso-.
"-Nada Señito, no es nada..." -Le dije-.
"-Es tu trabajo muchacho, debes cobrarme lo justo…"
"-Habrá otros pasajeros, usted no se preocupe Señito..." -Yo le respondí con una muy sincera sonrisa.
Casi sin pensarlo, sentí un gran deseo de abrazarla. Ella me sostuvo con fuerza y dijo: 
"-Necesitábamos ese abrazo joven, Gracias por el maravilloso recorrido por mi Ciudad de Chihuahua tan querida...”
"-Apreté su mano y me despedí sintiendo que nunca más la vería. La puerta se cerró y fue como el sonido de una vida concluida. No recogí ya a ningún pasajero, manejé tranquilo hasta mi casa... Aunque obvio si se lo platiqué, como a tí mi Artu, a mi señora esposa. Y ambos pasamos un rato en silencio, tomados de la mano, asimilando ese muy sentimental suceso..."
"-¿Qué habría pasado Artu, si a la ancianita la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguien que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si me hubiera rehusado a tomar la ruta que ella quería? ¿Nada?. Nada quizá para mí, pero si mucho para ella..."
"-Luego una vez la visité, Artu, meses después; la ví un poco más acabada pero, eso sí, más tranquila, no estoy  bien seguro si me reconoció, aunque su última mirada al despedirme me dijo que sí, o a lo mejor me lo imaginé o a lo mejor, era lo que yo quería sentir. Allí no le faltaba nada, me dijo, nada material, pensé para mis adentros… Y le pregunté por sus hijos, pero nada me respondió, o todo me lo dijo con una mirada furtiva, mirando con tristeza a otro lado. 
Pero yo luego supe (o La Vida me lo enseñó) que los grandes momentos son los que nos atrapan desprevenidos, aquellos que para otros son sólo pequeños sucesos..."
"-Mi Artu: La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tu hiciste o lo que tú les dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir..."

Totalmente de acuerdo contigo, amigo Fredo... Y lo prometido es deuda, aquí lo publico en mi Blog...